
La ruta del residuo electoral en Chile: Expertos analizan desafíos y vacíos normativos de este problema
A pocos meses de Elección Presidencial y Parlamentarias 2025, los partidos políticos ya preparan lienzos, pancartas y las famosas “palomas” para desplegar por todas las ciudades del país. Si bien la propaganda está regulada, no pasa lo mismo con los residuos que se generan de la misma y que, al terminar la votación, son solo un montón de basura potencialmente muy contaminante. Pueden llegar a ser millones de metros cuadrados de materiales como la tela PVC, que no es reciclable y es mínimamente reutilizado. Para abordar esta problemática, que exige políticas públicas efectivas, en medio de visiones entrecruzadas, País Circular conversó con Félix González, diputado ecologista y autor del proyecto que busca prohibir el plástico en las campañas electorales; Paola Cofré, jefa del Área de Economía Circular y Gestión de Residuos de la Seremi de Medio Ambiente de la Región Metropolitana; y Patricio Rivas, socio de la empresa Marketgreen. Fuente: País Circular, 1 de septiembre de 2025.
En el marco de la Elección Presidencial y Parlamentarias 2025 (16 de noviembre), el próximo 17 de septiembre comienza el periodo de propaganda electoral por medios de comunicación, plataformas digitales y en la vía pública, por activistas y brigadistas mediante el porte de elementos no fijos, o a través de entrega de material informativo. En tanto, el 17 de octubre arranca la propaganda en lugares autorizados, públicos y privados. Será a partir de ese momento que las ciudades se inundarán de afiches, carteles y pancartas, en su mayoría elaborados con Policloruro de Vinilo (PVC), que pasada la votación se convierten en “cerros” de residuo electoral.
La Ley 18.700 sobre Votaciones Populares y Escrutinios alude a los lugares públicos y privados donde puede desplegarse la propaganda, así como al tipo soporte. Mientras que el Servicio Electoral (Servel) determina los puntos autorizados en cada comuna para exhibirla a los votantes. Sin embargo, nada se indica sobre los materiales a utilizar en los lienzos o letreros, ni tampoco respecto a un protocolo de trazabilidad de los residuos generados por el proceso electoral.
Paola Cofré, jefa del Área de Economía Circular y Gestión de Residuos de la Seremi del Medio Ambiente de la Región Metropolitana, señala que “efectivamente, se producen muchos residuos, que podrían ser recursos si fueran valorizados. Vale decir, si fueran reutilizados, reciclados y no terminaran, en el mejor de los casos, en rellenos autorizados, porque muchas veces terminan en vertederos ilegales de residuos sólidos”.
“Entonces, el llamado es a que los distintos partidos se hagan cargo de sus materiales, que pueden ser palomas de PVC, volantes de papel, pendones de lona o banderas de tela. Y en este contexto, la invitación del Ministerio del Medio Ambiente y de la Seremi en particular, es poder generar una logística de valorización, porque hoy estamos en un tránsito hacia una economía circular efectiva, donde el residuo no es un residuo, es un recurso que tiene valor económico, ambiental y social, y que pudiese potencialmente generar otros productos a través de círculos virtuosos”, plantea Paola Cofré.
“La economía circular, como concepto en sí, lo primero que trata es de fomentar es el ecodiseño. Se dice que el residuo es un problema de diseño, porque si ecodiseñáramos todos los productos que ponemos en el mercado, entonces no tendríamos residuos. La economía circular, como nuevo paradigma, nos invita a repensar qué estamos haciendo hoy día con los residuos, que no son residuos, insisto. Y en este escenario, el periodo electoral es crucial para mirar más allá”, afirma la representante de la Seremi RM.
Patricio Rivas, socio de Marketgreen, coincide respecto a la ruta que sigue la basura electoral: “Como es un modelo lineal, se planifica la campaña, se imprimen las telas, se exhiben, termina la campaña, se bajan las telas, se almacenan por un rato y después se desechan. Ese es el flujo del marketing gráfico hoy en día. Pero las telas terminan generalmente en vertederos informales, en tomas, en campamentos o realmente en cualquier lugar. Uno de los grandes temas es que se pierde la trazabilidad de la tela post-uso”.
Según explica el ejecutivo, Marketgreen se encarga de gestionar residuos gráficos publicitarios o, en este caso, políticos. “Las telas ingresan a nuestro taller y ahí se transforman en materia prima a través de dos formas de reutilización. La primera es que el cliente quiera trabajar con un modelo de economía circular. Entonces, recuperamos la tela, la transformamos en materia prima y luego, en micro pymes que operan bajo tres pilares -pago justo, trabajo flexible y economía circular-, generamos un nuevo producto que finalmente vuelve al cliente”.
“Y el otro escenario es que el cliente solo contrata el servicio de gestión de residuo, que incluye retiro, almacenamiento y proceso de cuidado de la marca a través de limpieza y corte de las telas, para evitar que la marca quede expuesta en otro producto. Nos aseguramos que no quede visible a quién pertenece ese residuo. Y ese material nosotros lo vendemos a terceros. O hacemos donaciones, a través de fundaciones, pero entregamos un producto final para que se puedan utilizar, por ejemplo, para impermeabilizar techos en campamentos. Ya con telas que van dimensionadas, en buen estado y listas para poder usar”, indica el publicista.
“Trabajamos con el modelo de recuperación de telas, con el servicio de gestión desde Arica hasta Punta Arenas. Pero el taller donde hacemos la transformación del residuo en materia prima está en Santiago, en la comuna de Quinta Normal. Mientras que el taller principal de confección de productos se encuentra en Puente Alto. Ahora, dependiendo de la demanda, se van activando otros talleres de micro pymes dentro de la capital”, agrega Patricio Rivas.
“El PVC es un material que no se puede reciclar. Y si a eso se le agregan las tintas, que son derivadas del petróleo -porque tiene que ser tinta que se adhiera al PVC-, entonces estamos en el peor de los mundos. Y lo que ocurre además, como en todos los plásticos, es que se va degradando y se va transformando en microplástico a una velocidad importante”.
Valorizar versus reducir
El ejecutivo de Marketgreen destaca que los materiales más usados en las campañas electorales son el PVC, presente en casi todas las palomas y, en menor medida, la malla Mesh, en gigantografías. Y es en base a los atributos de cada material que como empresa buscan alternativas de reutilización.
“Por ejemplo, la tela PVC es reutilizable, porque es súper resistente, es impermeable, tiene filtro UV y es ignífuga. Mientras qua malla Mesh, por las microperforaciones que tiene, permite el paso del sol, por lo que sirve para hacer sombreadores. Pero ambos son materiales reutilizables, no son reciclables hoy en día”, aclara Patricio Rivas.
Al respecto, Paola Cofré subraya que “el PCV es un plástico muy difícil de valorizar y de reciclar en Chile. Además que emite gases tóxicos. Por eso hay que buscar otras alternativas, como tela impresa o cartón plastificado; materiales que pudiesen tener potencialmente una alternativa de valorización, como reutilización o reciclaje. Hoy la regulación no especifica qué materiales se pueden utilizar y ahí tenemos un tremendo desafío”.
Félix González, diputado del Partido Ecologista Verde, presentó en 2021 un proyecto de ley que busca eliminar el uso de plástico en las campañas políticas. Se trata de una modificación a la ley orgánica 18.700, para “prohibir la utilización de elementos de propaganda electoral fabricados con material plástico no compostable”, según figura en el boletín 14024-12.
De ahí que la postura del diputado sea bastante más radical: “El PVC es un material que no se puede reciclar. Y si a eso se le agregan las tintas, que son derivadas del petróleo -porque tiene que ser tinta que se adhiera al PVC-, entonces estamos en el peor de los mundos. Y lo que ocurre además, como en todos los plásticos, es que se va degradando y se va transformando en microplástico a una velocidad importante”.
“Por eso, nosotros como movimiento ecologista, estamos dejando de promover la economía circular, porque el reciclaje tuvo su oportunidad”, afirma Félix González, quien reconoce que la premisa puede sonar “disonante”. “Lo que estamos promoviendo, finalmente, es que no sea un producto de consumo, que no exista. En este caso, eliminar todo el plástico de las campañas electorales”.
“Si hablamos de las 3R, ‘reducir, reutilizar y reciclar’, reciclar está después de reducir, entonces, lo mejor es no ocuparlo. Aparte, no sabemos dónde queda ese plástico. En las elecciones regionales y municipales del año pasado había cerca de 20.000 candidaturas y, por lo tanto, el saldo debe haber sido de miles de toneladas de residuos. No son cantidades menores en términos de huella ecológica”, añade el parlamentario sobre el residuo electoral.
En cuanto al proyecto de ley, actualmente se encuentra en Segundo Trámite Constitucional en la Cámara Alta. “La iniciativa se aprobó en el primer semestre de 2021 y ahora está en la Comisión de Medio Ambiente del Senado, presidida por Alfonso De Urresti. Pero si bien el proyecto tiene urgencia del gobierno, el Senado hace caso omiso a esa urgencia. Esa es la realidad”, asevera Félix González. “Pero estamos a tiempo de que se apruebe el proyecto. Yo creo que es viable y me estoy movilizando para ello”, asegura.
En tanto, frente a los cuestionamientos que han surgido en torno a esta propuesta, el diputado ecologista expone que hay varias formas de hacer campaña sin plástico. “Están las radios; están las redes sociales, pagadas y orgánicas; está la papelería; y están los regalos publicitarios, que se pueden reemplazar por semillas, por ejemplo. Nosotros, en la elección 2021, hicimos una campaña sin plásticos, la lista entera. Yo hice unas casitas para perros de madera, pusimos lienzos de cartulina y usamos papel de periódico para repartir. De hecho, yo obtuve la segunda mayoría. Entonces, tampoco es que haya un cierto perjuicio electoral”, comenta Félix González.
Pero ante la idea de eliminar todo el plástico de las campañas, la visión de Paola Cofré es más cauta. “El tema es complejo, porque para mí también tiene sus bondades. El plástico es resistente, y se puede reutilizar y valorizar. Podemos transformarlo en ciertos productos. El problema es el uso que le damos a ese plástico y, si lo dejamos tirado en cualquier parte, se va en los cursos de agua”, expresa la jefa del Área de Economía Circular y Gestión de Residuos de la Seremi de Medio Ambiente de la RM.
“Claro, si no tenemos alternativas y salidas de valorización, la prohibición del plástico va a hacer efectivamente que disminuyamos la tasa y que no termine en cualquier lado. Pero cuando uno hace una gestión responsable del plástico, éste no tiene por qué llegar al mar ni afectar las distintas matrices ambientales. Por eso es importante repensar qué material se ocupa para una campaña ¿Qué tipo de plástico es? ¿Tiene alternativas de valorización en Chile?”, declara Paola Cofré.
“Porque también tengo que pensar en la huella hídrica, en la huella de carbono y en la huella plástica cuando quiero poner un producto. Y en ese contexto se hace difícil, porque hoy día no todos los tipos de plástico en Chile tienen valorización. Todavía es un mercado incipiente”, advierte la representante del gobierno.
“La invitación del Ministerio del Medio Ambiente y de la Seremi en particular, es poder generar una logística de valorización, porque hoy estamos en un tránsito hacia una economía circular efectiva, donde el residuo no es un residuo”.
Nula trazabilidad
Los entrevistados en este artículo coinciden en que uno de los principales problemas es la inexistencia de datos sobre cuántos residuos se generan a raíz de las campañas electorales.
En esta línea, Paola Cofré emplaza al Servel a realizar un trabajo mancomunado y colaborativo “con el fin de contar con data y poder tener una trazabilidad efectiva. Porque solo en la medida que tengamos indicadores, podemos hacer política pública real respecto de un problema en particular. Ahí tenemos en Chile un punto al debe y es relevante que se acelere este proceso. No solo en tener data de los residuos generados, sino también de las alternativas de valorización de los distintos materiales”.
Así lo refuerza Patricio Rivas en base a su experiencia con clientes a distinta escala. “Un gran obstáculo de la industria gráfica publicitaria tiene que ver justamente con que no existe la trazabilidad. A cualquier nivel de empresa, le preguntas al área de sostenibilidad o al área de marketing, cuánta es la cantidad de tela que generan en un año y que después se transforma en residuo, y no existe el dato. Me pueden decir: ‘Sí, hacemos tantos pendones al año y tenemos un plan de vía pública, que son X cantidad de metros cuadrados. Pero no existe una consolidación de la cantidad de residuos que se genera”.
“Y lo mismo pasa en las campañas políticas. Si preguntas al partido político cuántos metros o cuántas palomas se generaron, para todos los candidatos que participaron, probablemente no van a tener el número. No existe un levantamiento a nivel general. Quizás un jefe de campaña que trabaja con varios candidatos te pueda decir ‘imprimí tantas palomas’, pero solo por un tema de costos. Porque el dato real no existe”, manifiesta Patricio Rivas.
“Por eso, una medida de gobierno efectiva sería exigir que cada partido reporte esa información. Porque si no tienes trazabilidad, no sabes la dimensión del material que estás generando cuando termina en la basura. Y hoy día no sabemos si las campañas políticas generan 10.000 metros de residuos o 100.000 metros de residuos, no tenemos idea”, insiste.
Según Félix González, si bien no es una práctica común, “uno pudiera ir a los datos de la rendición de gastos y ver los metros cuadrados de PVC que están en las facturas de las rendiciones. Y la cantidad de metros cuadrados serían cientos de miles, porque un candidato a alcalde puede hacer perfectamente 1.000 o 2.000 palomas, de dos metros cuadrados cada una. En las comunas más chicas a veces hay tres o cuatro candidatos, pero en otras hay diez. Entonces, si uno empieza a multiplicar, si hay 20.000 candidaturas y cada una hace 1.000 metros cuadrados, que serían 500 palomas, son 20 millones de metros cuadrados”.
“Pancartas que después de la elección no sirven absolutamente de nada. Y que además a veces algunas ni siquiera sirvieron mucho rato, porque hay gente que se dedica a destruirlas. Y no son hechos aislados. Lo que uno más ve en la calle son las pancartas rotas. Por lo mismo, hay muchas candidaturas, de todas las bancadas, que están aproblemadas en este momento por cómo van a hacer sus campañas. Y sería un alivio para ellos que no se hicieran palomas, por un tema de logística y costos”, enfatiza el parlamentario.
“Si preguntas al partido político cuántos metros o cuántas palomas se generaron, para todos los candidatos que participaron, probablemente no van a tener el número. No existe un levantamiento a nivel general”.
Mayor regulación y compromisos de pago
Patricio Rivas difiere en ese aspecto ya que, en su opinión, “la paloma es uno de los medios más accesibles, desde el punto de vista económico, para los candidatos, porque es muy barato hacer una paloma e imprimir la tela. Y armar la estructura y ponerla en la calle no tiene ningún costo, porque se autoriza por ley a exhibir esa paloma en la vía pública durante el periodo de campaña. Además, es un medio que da mucha visibilidad, mucho alcance”.
“Ahora, si no se puede reducir, entonces que la opción sea reutilizar, pero para eso tienes que conocer la dimensión del residuo electoral. El tema es que se acaba el periodo legal de campaña y al otro día todo el material se va invicto a la basura”, afirma el experto en marketing, quien destaca la urgencia de gestionar ya que, por ejemplo, “la tela PVC tiene un proceso de degradación de 500 años”.
En su mirada, la medición del impacto que genera una campaña debiera ser previa. “Cuando los candidatos presentan su plan de campaña también deberían abordar las acciones y los costos de gestionar sus residuos. Pueden ser donaciones, casitas de perro o gestión a través de empresas, entre otras alternativas. Pero ese ítem deberían incluirlo cuando organizan una campaña. Por ejemplo, nosotros tenemos una tarifa en Santiago de $1.500 pesos más IVA por metro cuadrado recuperado. O sea, recuperar una paloma cuesta $3.000 más IVA. Entonces, si un candidato o partido incluyera ese valor dentro del radar, diría: “Ok, imprimir una paloma me cuesta 5 lucas y gestionarla me cuesta 3 lucas. Mi costo es de $8.000. Lo meto al tiro en la inversión”, expone el socio de Marketgreen.
Paola Cofré comparte que cada partido político debiera ser responsable de lo que pone a disposición en las calles y, asimismo, de los costos de valorización de su producto. “Porque si no se valoriza, se convierte en residuo y va a terminar en cualquier parte ¿Y después a quién le dejan la responsabilidad? Es el propio municipio el que tiene que hacer la recogida del material. Y para el municipio es muy costoso, no solo recoger el material, sino también disponerlo en un relleno autorizado, con todo lo que significa tensar la estructura de esa instalación”, señala la jefa de Sostenibilidad de la Seremi del Medio Ambiente RM.
“Entonces, es súper importante que desde los gobiernos regionales, desde el nivel central, desde las distintas Seremías y desde el mismo Servel, exista un llamado a los partidos políticos a que se responsabilicen e internalicen los costos de la valorización de los materiales. Y creo que aquí debiese haber una conversación y una regulación, un poco más específica, sobre los materiales permitidos y las alternativas de valorización en concreto que tienen estas campañas. Hacer un reglamento que restrinja los materiales que efectivamente no se pueden valorizar en Chile”, propone.
Finalmente, otro punto a considerar es la razón por la que Marketgreen no ha aceptado trabajar en campañas políticas en los últimas elecciones. Según relata Patricio Rivas, “en una ocasión nos contactó un jefe de campaña de un partido político para gestionar residuos. Y aunque el grueso fue una buena experiencia, tuvimos algunos problemas con los pagos. Nos pagaron alrededor del 90%, porque algunos candidatos no querían cumplir, ya que no habían salido electos. Entonces, fue el tema de estar haciendo seguimiento y presionando para recibir el saldo. Y el jefe de campaña nos decía que teníamos que entendernos con cada uno”.
“No fue un buen escenario. Porque finalmente, cuando hay un acuerdo, el compromiso es que yo gestiono el residuo y tú me pagas por esa gestión, independiente del resultado de tu campaña. Con la recolección, gestión del residuo y con el acopio, todo perfecto. Pero tuvimos un par de inconvenientes con los pagos y entiendo también que hay una problemática, que es que los candidatos hacen esta inversión en publicidad, pero después el retorno llega por el Servel y se paga súper desfasado”.
“De hecho, últimamente, cuando nos han contactado de partidos políticos para gestionar los residuos, varios nos han dicho que pagan contra recaudación. El problema es que esa recaudación entiendo que es muchos meses después y, finalmente, el costo financiero me lo están endosando a mí como empresa. Porque yo tengo que hacer la inversión inicial para recolectar, para mover un camión, para movilizar gente, para ingresar las telas al taller, para almacenarlas… Y no tengo una espalda para aguantar cuatro, cinco meses o seis meses esperando el pago. Por lo tanto, no es un escenario que me garantice que efectivamente van a pagar por el servicio. Al final, volvemos a lo mismo, el sistema no está pensado desde el punto de vista de la gestión de residuos”, sentencia el publicista.
Para contrastar opiniones respecto a su actuar u omisión frente a la basura electoral y, de cara a la elección de Presidente y Parlamentarios 2025, País Circular intentó insistentemente contactar a los comandos de campaña de los partidos políticos tradicionales de Chile. Sin embargo, no hubo respuesta al llamado.
“Yo creo que aquí debiese haber una conversación y una regulación, un poco más específica, sobre los materiales permitidos y las alternativas de valorización en concreto que tienen estas campañas. Hacer un reglamento que restrinja los materiales que efectivamente no se pueden valorizar en Chile”.