
Salmonicultura: las debilidades de una industria en expansión
Columna de opinión de Flavia Liberona, Directora Ejecutiva de Fundación Terram, publicada en portal Partidospoliticos.cl el 05 de septiembre de 2008.
La salmonicultura chilena ha crecido de manera significativa y constante en los últimos 20 años, llegando a convertirse en la tercera industria exportadora a nivel nacional, generando miles de empleos y convirtiéndose, de paso, en un actor relevante a nivel mundial. Hoy por hoy, esta industria pelea los primeros lugares en cuanto a volumen de producción junto a Noruega. Esto cobra aún mayor relevancia si se piensa que el salmón no es una especie autóctona, sino que fue introducida exclusivamente con fines comerciales.
Sin embargo, este acelerado crecimiento no ha estado exento de dificultades y de consecuencias negativas, especialmente para el medio ambiente y en el ámbito socio-laboral. Hoy la industria acuícola presenta enormes deficiencias en áreas fundamentales para el desarrollo responsable de cualquier actividad productiva. Después de dos décadas de acelerado crecimiento, es evidente que no ha operado con el adecuado resguardo de las condiciones laborales, ambientales y sanitarias.
En relación al cuidado medioambiental, es necesario señalar que la acelerada expansión de la industria se ha generado en un contexto de un uso desordenado y poco regulado del borde costero. Como consecuencia, hoy existe una sobre explotación de la costa de la Décima Región y se han contaminado un sinnúmero de zonas debido a la sobrepoblación de centros de cultivo, la descarga de residuos sólidos y líquidos y la permanente sobreutilización de productos químicos in situ para el control sanitario, así como un uso indiscriminado antibióticos.
En el ámbito sanitario, uno de los problemas de mayor gravedad que se ha generado es la aparición de los brotes epidémicos de virus ISA, que desde el año pasado han afectado a más de 70 centros de cultivo, de acuerdo al catastro de Sernapesca. Esta enfermedad, que si bien no afecta a los humanos provoca una alta mortandad en los peces, hasta ahora no ha podido ser controlada y se sigue propagando hacia las regiones de Los Lagos y Aysén. De acuerdo a recientes declaraciones de la industria y del gobierno, se espera que este problema incluso se acentúe durante al año 2009.
Esta epidemia tiene importantes consecuencias en el plano laboral y social, pues la crisis sanitaria ha sido la causa principal del cierre de numerosas plantas de proceso y centros de cultivo en las zonas afectadas, generando el despido, hasta este momento, de más de dos mil trabajadores.
La situación resulta especialmente significativa si se considera que la generación de empleo es precisamente una de las razones esgrimidas por la industria para justificar su comportamiento en materia ambiental e incluso de responsabilidad social, cuestión que ahora claramente queda en entredicho.
Con estos antecedentes en la mano, resulta imprescindible que se establezca el vínculo que existe entre lo laboral y lo ambiental, de manera de abordar esta problemática de manera integral. No es posible sólo mirar una parte del problema; la cesantía, la inseguridad y la inestabilidad laboral son temas que deben ser abordadas como parte de la crisis del virus ISA. La solución a la crisis sanitaria no exige simplemente erradicar la epidemia que afecta a los salmones; es necesario establecer efectivamente cuántos puestos de trabajo se han cerrado producto de esta crisis, qué está pasando con esas familias y quién se hará cargo de su situación. De lo contrario, como pasó en el carbón, la reconversión la terminaremos pagando todos los chilenos, con una gran diferencia, esta es una industria privada, que por más de 20 años ha crecido a una tasa del 20% anual y, tal como lo informara el presidente de Salmon Chile, el año 2007 reportó ganancias por más de 500 millones de dólares.
Así mismo, es preciso saber cómo y cuánto ha afectado la disminución de la producción de salmones a las remuneraciones de los/as trabajadores y trabajadoras, pues debemos recordar que una parte significativa de su salario lo conforman bonos variables que dependen del nivel de producción. La actual crisis genera el contexto adecuado para iniciar un exhaustivo análisis de las prácticas ambientales y laborales de la industria.
En este mismo sentido, es importante señalar adecuadamente las responsabilidades de los distintos actores involucrados en la génesis de la actual crisis. En primer término están los empresarios del sector, que en general han actuado de manera tardía y débil frente a la gravedad de los hechos. Hasta tal punto que para muchos de ellos la mejor manera de superar el problema del virus ISA es simplemente trasladando la mayor cantidad de balsas jaula hacia zonas no infectadas (especialmente de Aysén y Magallanes), es decir, trasladar el problema en lugar de mejorar sus estándares de cultivo y cosecha.
Además de con la irresponsabilidad empresarial, no se debe dejar de lado el papel que debiera y debe tener la autoridad gubernamental en este plano, en términos tanto de regulación como de fiscalización de la actividad. La crisis nos ha mostrado la incapacidad de esta industria para autoregularse y mejorar su comportamiento en el ámbito ambiental y sanitario. La actual ausencia del estado se refleja en una débil normativa, escaza fiscalización y en una total ausencia de planificación de la actividad, con las consecuencias ya conocidas.
La actual crisis debería servir para marcar un punto de inflexión dentro del desarrollo de la industria. Es necesario mejorar la normativa ambiental y las condiciones laborales antes de pensar en el desarrollo y/o expansión de esta industria, de manera de valorar y respetar adecuadamente cada uno de estos componentes. Es indispensable y urgente observar y analizar las causas y desarrollo de la actual crisis, y sacar lecciones de ello, antes de seguir promoviendo un crecimiento acelerado. El futuro de esta industria debe ser discutido y analizado mediante un diálogo honesto, transparente, informado y participativo, con la presencia de todos los actores involucrados: empresarios, entidades gubernamentales, trabajadores y sociedad civil. La comunidad nacional no puede seguir esperado.