
Chile calienta el debate en Copenhague
Entre el 7 y el 18 de diciembre se realiza en Copenhague, Dinamarca, la 15ª Cumbre sobre Cambio Climático de la ONU. En ella se discute la creación de un nuevo acuerdo, en la línea del Protocolo de Kioto, donde Chile y otros países en vías de desarrollo podrían tomar un rol más activo en cuanto a la emisión de CO2.; Revista Kilómetro Cero 15 de diciembre de 2009.
Hasta ahora, a Chile no se le exige un límite de emisiones y su inversión en energías verdes es aún incipiente, lo que tendrá que mejorar para cumplir con los estándares de la OCDE.
Un delegado camina frente a una instalación en el centro de conferencias de la Cumbre sobre Cambio Climático. Las casas que se sustentan a través de la luz solar y los molinos de viento que son capaces de producir energía eléctrica aún parecen ser elementos aislados en la realidad chilena. Sin embargo, son algunas de las opciones que existen para reducir la emisión de gases contaminantes y que se están comenzando a utilizar a nivel privado en Chile. Los gases que producen el efecto invernadero, principales causantes del cambio climático, son el tema de discusión de la Cumbre de Copenhague, y Chile tiene bastante que decir en el debate.
Si el próximo 15 de diciembre Chile es aceptado como miembro de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo), tendrá que estar a la altura de la Declaración para un Crecimiento Verde que firmó dicha organización con en junio pasado. Este acuerdo busca fomentar, tanto en los países miembros como no miembros, las inversiones “verdes” y la gestión sustentable de los recursos naturales. Otro de los objetivos es rechazar aquellos incentivos al uso de combustibles fósiles (como el petróleo) y exigir una regulación de precios que asegure buenos resultados para el medioambiente.
Una vez dentro de la OCDE, Chile estaría sujeto a las normas de la estrategia de crecimiento verde. Entonces, nuestro país tendría por delante el desafío de aprovechar sus recursos y promover un desarrollo que aminore los daños al medio ambiente. Sin embargo, aún no estamos preparados para eso. “Todavía se debe incluir el concepto de sustentabilidad ambiental en todas las políticas públicas del país y se debe responder a tres ejes, desarrollo ambiental, social y económico”, precisa Alexis Godoy, Biólogo y Doctor en Ciencias de la Ingeniería de la Universidad Católica. Esto se traduce, según él, en que si Chile es un país que explota materias primas tiene que hacerlo de la forma más amigablemente posible con el medio ambiente, sin limitar el capital ambiental ni el desarrollo económico.
El protocolo de Kioto es un convenio internacional firmado por los países industrializados en el año 1997, en la ciudad japonesa de ese mismo nombre. Este pacto pretende regular la emanación de seis gases nocivos para el medio ambiente, hoy conocidos como “gases invernadero”, en al menos un 5% para el período 2008-2012. Se suscribieron a él los 37 países más industrializados y toda la comunidad europea, pero no tiene la ratificación de Estados Unidos, que después de China, es el principal productor global de estos contaminantes.
Chile, a 7 años de Kioto
El año 2002, el Senado chileno ratificó el Protocolo de Kioto, pero a diferencia de las naciones industrializadas, Chile no tiene la obligación de disminuir las emisiones de dióxido de carbono, por el hecho de ser un país en vías de desarrollo. En su misma situación están países como India y Brasil, aunque éstos superan con creces el nivel de emisiones de Chile. Sin embargo, según el Informe de Desarrollo Humano del PNUD, Chile se encuentra dentro del 25% de las naciones que producen más CO2, lo que corresponde al 0,23% de todo el mundo. Además, es el país que más aumentó sus emisiones en América Latina. Esta situación se debe principalmente al uso de combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas natural) en la generación de energía y en el transporte.
Paola Vasconi es coordinadora del programa de medioambiente de la Fundación Terram, organización que estudia temas medioambientales. Paola considera que Chile “no ha estado haciendo bien las tareas. Fundamentalmente esto tiene que ver con la matriz energética”, dice. En el último tiempo, ha habido un aumento de los proyectos de producción energética en base a la generación de calor, como las termoeléctricas de Cruz Grande y Barrancones. En Chile no existe aún una norma que controle las emisiones de las termoeléctricas, que utilizan combustibles fósiles para generar energía. Vasconi explica que ésta es la que más genera CO2, y por tanto, no debería ser una alternativa para Chile. “Si Chile quiere ser líder a nivel de Latinoamérica o a nivel mundial debería poner un mayor énfasis en el desarrollo de energías renovables en desmedro del uso de los combustibles fósiles”, dice.
Camino a Copenhague
En la Cumbre de Copenhague, autoridades de todo el mundo se congregarán para establecer el próximo acuerdo global que modificará el actual Protocolo de Kioto, en cuanto a compromisos de reducción de emisiones, mitigación y adaptación de líneas de acción frente al cambio climático. El nuevo tratado estará vigente entre los años 2012 y 2020.
En julio de este año, la Presidenta Michelle Bachelet visitó Brasil, donde Lula da Silva le propuso que la región se presente unida bajo un mismo punto de vista. Países en vías de desarrollo como Brasil, China e India consideran injusto que las naciones desarrolladas, que construyeron sus cimientos en base a combustibles fósiles y producen el mayor porcentaje de emisiones per cápita, asignen limitaciones a otros países que todavía no logran llegar a esa categoría. En esta línea, Chile aboga por un acuerdo en que los países desarrollados proporcionen ayuda financiera y tecnológica a los países en vías de desarrollo para que reduzcan sus emisiones, además de exigir que las naciones industrializadas se comprometan con una reducción en sus niveles de emisión.
Las escasas inversiones verdes
En términos de inversión, el biólogo Alexis Godoy manifiesta que además de disminuir las emisiones de dióxido de carbono, Chile debería alinearse con los países en desarrollo y del G5 en lo que se refiere al uso de tecnologías no contaminantes, para ampliar las posibilidades de alcanzar el desarrollo de manera limpia. “Gracias a su diversidad geográfica, Chile puede ser un polo de perfeccionamiento de muchas tecnologías de generación eléctrica e innovaciones ambientales. Además, contamos con capital humano altamente calificado”, comenta. También explica que, debido a lo anterior, nuestro país puede convertirse en una plataforma tecnológica para crear firmas “verdes”, que promuevan el desarrollo sustentable.
Sin embargo, existen claros obstáculos para una inversión más fluida. “El desarrollo de energías renovables es muy nuevo y nuestra legislación está sustentada sobre un paradigma antiguo, basado en el uso del carbón y el petróleo. Hay voluntad, pero hay problemas legales y en el sentido económico”, afirma Godoy. Paola Vasconi, en tanto, pone de manifiesto el riesgo que existe al apoyarse demasiado en las inversiones privadas: “Se ha dejado un poco a los privados la decisión de las inversiones y de las regulaciones, y en ese sentido los privados siempre van a optar por lo más económico”, dice.
Recientemente se han abierto programas gubernamentales para incentivar la inversión de privados en energías limpias. Uno de los últimos contempla un subsidio de US$15 millones para la construcción de plantas de energía solar y otro, dirigido a las pymes, subsidia la reconversión de equipos refrigerantes para evitar la emisión de gases que dañen la capa de ozono, además otras interesantes iniciativas