
Cambio Climático
Columna de opinión de Flavia Liberona, directora ejecutiva de Fundación Terram, publicada en ElPost.cl, el 30 de noviembre de 2010.
La iniciativa “Mitigando el cambio climático: ¿Cuánto cuesta?” ha logrado concitar la atención de diversos actores y sectores, cada uno de ellos involucrado con distintos niveles de participación, experiencia y conocimiento del tema, algunos con mayor o menor reticencia, desconfianza o entrega. El mayor logro de la iniciativa es, precisamente, que logra que personas provenientes de sectores diversos y que representan intereses distintos se sienten en una mesa a conversar sobre un tema de importancia crucial para el país y para el planeta. El hecho de que este conjunto de personas decidan participar de una instancia como ésta, bajen sus defensas y generen un intercambio de opiniones mirándose a la cara, abre la posibilidad de que concuerden, al menos, en que habitan un mismo territorio y, por tanto, más allá de tener divergentes posiciones, intereses o visiones de mundo, tienen la necesidad de enfrentar una realidad mayor: los efectos del calentamiento global y el cambio climático en el país.
Esta iniciativa se orienta tanto a identificar sectores donde se pueden implementar posibles acciones de mitigación, como a abrir la pregunta respecto a si vale la pena o no invertir en mitigar los efectos del cambio climático y cuánto cuesta hacerlo. Tal vez lo primero que tenemos que internalizar como país y como planeta, es que los efectos del cambio climático nos afectan a todos y que este problema no puede ser visto y evaluado como un negocio, pues más allá de los mercados están las personas y los ecosistemas. Esta iniciativa representa un tremendo aporte en relación a la reflexión necesaria, también entrega cifras de los costos de mitigación y al mismo tiempo es incompleta. Esto porque no aborda las problemáticas asociadas a la adaptación, que son esenciales para países como Chile, donde la vulnerabilidad y el riesgo asociado a las catástrofes naturales debe estar en el centro del análisis y de la implementación de medidas de política pública.
Es un hecho conocido que Chile contribuye poco a las emisiones globales y que, a diferencia del resto de América Latina, donde las emisiones son originadas mayormente por cambios de uso de suelo, las mayores emisiones de nuestro país están asociadas al sector energético, particularmente el transporte y generación eléctrica. Las actuales proyecciones indican que Chile aumentará sus emisiones en un 390% al año 2030, de acuerdo a un estudio de la Universidad de Chile. El tema no es menor considerando las características de nuestra matriz eléctrica, que se compone fundamentalmente de generación hidráulica y térmica; respecto a esta última, las generadoras se distribuyen en 16,5% de carbón, casi 14% de diesel y 33% a gas natural. Por ello es fundamental implementar medidas de mitigación en este ámbito, ya sea generando una política energética de mediano y largo plazo, que permita la incorporación de energías renovables no convencionales, como también estimulando la eficiencia, normando los niveles de emisiones y exigiendo la utilización de mejor tecnología, tanto para el sector transporte como para las termoeléctricas. También es importante considerar la relación de la minería con estos sectores e implementar medidas de mitigación en este campo.
El ejercicio planteado por esta iniciativa representa un aporte en el camino de intentar cambiar nuestra mirada y nuestra cultura, de manera de dejar de pensar en beneficios cortoplacistas y asumir que vivimos en un país vulnerable al cambio climático, inserto en un continente vulnerable y que, por tanto, afrontaremos situaciones de riesgo en forma permanente. Desde esta mirada debemos ser creativos y solidarios tanto para buscar formas de mitigar el cambio climático como para implementar medidas de adaptación. Lo hecho hasta ahora es un buen comienzo que, sin duda, debe continuar pues representa un ejemplo a seguir.