Planes de Descontaminación Atmosférica

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La contaminación atmosférica es el principal desafío para la autoridad ambiental en Chile.

Hoy 10 millones de personas en el país están expuestas a una concentración promedio anual de MP2,5 superior a la norma. Incluso en el Primer Reporte del Medio Ambiente publicado en el año 2013 se informa, que según la Organización Mundial de la Salud, (OMS, 2004), la contaminación atmosférica es responsable de al menos 4 mil muertes prematuras a nivel nacional. Abordar esta contaminación traería beneficios en salud valorizados en alrededor de 8.000 millones de dólares al año.

Esto reafirma la urgente necesidad de establecer una estrategia que entregue los lineamientos, los plazos y las metas para resolver el problema de la contaminación con la mayor celeridad posible.

En Chile, se encuentran vigentes normas primarias de calidad ambiental que regulan la concentración de los contaminantes del aire nocivos para la salud. Dichas normas, regulan concentraciones máximas respecto a material particulado (tanto MP10, como MP2,5), Dióxido de Azufre (SO2), Dióxido de Nitrógeno (NO2), Ozono Troposférico (O3), Monóxido de Carbono (CO) y Plomo (Pb).

La ciudad de Santiago es un buen ejemplo, de que cuando hemos decidido enfrentar la problemática de contaminación en forma decidida, se puede lograr avances. Se adoptaron medidas claras, como prohibir las chimeneas abiertas, se tomaron medidas especiales en días de mala calidad de aire cuyo efecto fue que se renovaran las fuentes de calefacción, la industria y los autos de la ciudad. Se renovó dos veces el parque de buses y se impulsó el Metro.

Recientemente hemos visto una explosión en el uso de bicicletas, que se gestó, inicialmente, con una infraestructura ciclística modesta que crecerá. Hay una generación entera de santiaguinos que no ha tenido emergencias ambientales (la última fue en 1998). A pesar de que la ciudad supera en 30% nuestra norma anual de MP2.5, sabemos que se ha reducido la contaminación en casi 70% desde que recuperamos la democracia. Lo hicimos como país emergente y partimos ese camino cuando nuestro ingreso per cápita era un tercio de lo que era hoy.


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