El sucio carbón está desesperadamente tratando de limpiar su imagen. Los que apoyan el uso del carbón están tratando de ingresarlo a la mala a la energía limpia...
El sucio carbón está desesperadamente tratando de limpiar su imagen. Los que apoyan el uso del carbón están tratando de ingresarlo a la mala a la energía limpia del futuro promoviendo centrales a carbón “altamente eficientes, bajas emisiones”. El años 2014, el G20 priorizó el desarrollo de tecnología de carbón de alta eficiencia y enfatizó su importancia en reducir las emisiones de CO2.
La industria del carbón también ha intentado conseguir financiamiento de mecanismos de financiamiento climático, tales como el Mecanismo de Desarrollo Limpio, para centrales a carbón más eficientes.
Es tiempo de desenmascarar este engaño. Las centrales a carbón producen la electricidad más sucia del planeta. Envenenan nuestro aire y nuestra agua y emiten una mucho mayor cantidad de contaminación que cualquier otra fuente de electricidad. Y mientras los equipos de control pueden reducir las emisiones tóxicas, no eliminan toda la contaminación. En vez de ello, transfieren muchos de los contaminantes tóxicos del aire a canales de desechos líquidos y sólidos.
Frecuentemente, las compañías y los gobiernos priorizan las ganancias por sobre la salud de los ciudadanos y deciden no instalar todo el equipamiento de control disponible. En estos casos, la contaminación tóxica todavía sale al aire y provoca muertes prematuras y crecientes índices de diversas enfermedades.
Las centrales a carbón son responsables del 72% de las emisiones de efecto invernadero relacionadas a la electricidad. Hasta las más eficientes centrales a carbón generan el doble de la contaminación de carbón que las centrales que utilizan gas y entre 20 y 80 veces más que los sistemas de energías renovables.
La tecnología para capturar y guardar el dióxido de carbono es costosa y ha sido muy poco probada.
Además, si consideramos los costos sociales y ambientales de la minería, la preparación y el transporte del carbón, de ninguna manera se puede considerar cómo “limpio”.
Este texto describe las tecnologías usadas para controlar la contaminación y mejorar la eficiencia de las centrales a carbón.