
Descontaminar Santiago: ¿Prioridad de Gobierno?
Columna de opinión de Paola Vasconi, Coordinadora Programa de Medio Ambiente de Fundación Terram, publicada en el blog de la Tercera el 03 de agosto de 2009.
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A principios de julio ingresó a la Contraloría General de la República, para su toma de razón, el decreto presidencial que revisa, reformula y actualiza el Plan de Prevención y Descontaminación Atmosférica (PPDA) para la Región Metropolitana. En él las máximas autoridades del Gobierno reconocen que las medidas implementadas para descontaminar el aire de la capital, desde 1997 a la fecha, no lograrán dar cumplimiento a las metas fijadas para el 2011. Hecho que, más allá del reconocimiento público por parte del Gobierno, no representa ninguna novedad para quiénes participamos activamente en el seguimiento del PPDA y fuimos parte integrante del Comité Asesor de la Intendencia y del Comité Ampliado para su reformulación, que en múltiples ocasiones planteamos esta situación a la máxima autoridad regional y presidente de la Corema-RM, el Intendente de Santiago, desde Barrueto hasta Garafulic.
Pero, más allá del incumplimiento de las metas al 2011, lo más grave es que la nueva actualización del Plan no garantiza la protección de la salud de la población, su principal objetivo, y confirma, además, la tesis que durante años ha sostenido Fundación Terram: "La escasa prioridad política que tiene la descontaminación del aire de la capital".
El aire que ahoga a Santiago y su población sólo es materia de debate durante los inviernos, período en el que se decretan los episodios críticos de contaminación. El resto del año pasa al olvido, lo que significa que las autoridades no le dan la relevancia política necesaria que permita tomar las medidas para que Santiago pueda respirar un aire de calidad.
Aquí lo que se necesita es una mirada integral de la ciudad, una mirada de largo plazo. No es posible que teniendo un intendente por año en Santiago se puedan concebir, implementar y consolidar las políticas para que la capital pueda combatir eficazmente la contaminación y se convierta en una ciudad con una buena calidad de vida. Hasta ahora el modelo institucional y las autoridades que han operado detrás del PPDA han imposibilitado diseñar y aplicar planes eficientes para descontaminar el aire de la capital.
El problema de la contaminación de la Región Metropolitana es de tipo estructural y se relaciona con la capacidad de carga de la cuenca de Santiago, es decir, con la expansión horizontal de la ciudad, el crecimiento poblacional, el aumento del parque automotriz y de las actividades económicas que en ella se desarrollan, entre otros. Todos indicadores que en los últimos años han aumentado significativamente y sin ningún control o planificación de parte de la autoridad.
Las nuevas medidas a implementar, entonces, deben apuntar a disminuir la carga ambiental sobre la cuenca, lo que significa avanzar hacia una gestión integral de la ciudad de Santiago. En ese sentido las medidas impulsadas deben estar enfocadas principalmente a proteger la salud de las personas, a los distintos sectores/actores que generan la contaminación (ordenamiento territorial, transporte, industria, construcción, residencial-comercio), y en términos de quién ejecuta y se hace responsable técnica y políticamente de las medidas y políticas para descontaminar la región (gestión e institucionalidad, presupuesto, ámbito técnico).
Santiago, al igual que otras ciudades del país en las que sucesivamente se están decretando zonas de latencia o saturadas, requiere de un nuevo esquema institucional que impulse los planes de descontaminación. Pero, lo que es más importante, se requiere de un nuevo modelo para las ciudades que estamos construyendo, más armónicas desde el punto de vista urbanístico-arquitectónico, con mirada de ciudadanía y teniendo siempre presente nuestro entorno.
Por ello, nuevamente el llamado es a las autoridades, y en especial a la Presidenta de la República, de manera que la contaminación del aire de Santiago y Regiones se enfrente con la seriedad que se requiere. No olvidemos que el costo que no se asuma hoy, se pagará en el futuro con la mala salud de la población.