
La guerra de aranceles entre EE.UU. y China podría aumentar el riesgo de deforestación en Brasil
El país sudamericano podría ampliar sus exportaciones agrícolas a China en medio del aumento de tarifas, pero esto incrementaría la presión sobre las zonas forestales. Fuente: Dialogue Earth, 25 de abril de 2025.
a disputa comercial entre Estados Unidos y China está debilitando la posición estadounidense en el mercado chino. Los aranceles de más del 200% y las represalias mutuas también alimentan las expectativas de que la agroindustria brasileña amplíe sus exportaciones a China, mientras que los ecologistas advierten una mayor presión sobre las zonas forestales.
Productos como la soja, el maíz, el algodón, la carne vacuna y el pollo tienen el mayor potencial de crecimiento inmediato de la demanda, según los expertos. Al haber consolidado ya su posición en estos mercados, Brasil cuenta con una ventaja competitiva, sobre todo ante la posibilidad de una cosecha récord de cereales este año.
“El crecimiento puede ser significativo a corto plazo”, dice a Dialogue Earth Camila Amigo, analista internacional del Consejo Empresarial Brasil-China (CEBC). “Esto ya ha ocurrido en momentos anteriores a la guerra comercial, especialmente entre 2018 y 2019”.
En ese momento, la primera administración del presidente estadounidense Donald Trump aumentó los aranceles a varios países, especialmente a China, que tomó represalias. El enfrentamiento afectó a las cadenas de producción mundiales y Brasil se benefició al hacerse con la mayor parte del mercado de soja estadounidense en China, según el Departamento de Agricultura de Estados Unidos.
Ahora, el nuevo aumento de la demanda exterior podría elevar los precios brasileños de los alimentos, que han subido más rápido que la inflación general desde la pandemia de Covid-19. La infraestructura logística de Brasil para el transporte de cereales, como sus puertos, carreteras y ferrocarriles, ya tiene cuellos de botella y podría sufrir congestiones a medida que aumenten las exportaciones, lo que elevaría los costos de envío.
Además, los picos de demanda exterior de productos agrícolas brasileños también han provocado históricamente un aumento de la deforestación, sobre todo en el Cerrado y la Amazonía, según Paulo Barreto, investigador del Instituto Amazónico para los Pueblos y el Medio Ambiente (Imazon). “Si se mantienen las condiciones actuales, si hay más demanda, tenderá a haber de nuevo más deforestación”, afirma.
Estudios y analistas sugieren, por ejemplo, que la deforestación de la Amazonía se disparó entre 1995 y 2004 a medida que se ampliaban las zonas agrícolas y ganaderas de Brasil para satisfacer la creciente demanda internacional de soja y carne vacuna.
Brasil ya lidera el mercado chino
Las tensiones entre Estados Unidos y China comenzaron a aumentar en 2017, durante el primer mandato de Donald Trump, y el conflicto llegó a su punto álgido en 2018, cuando ambos países anunciaron una serie de aranceles sobre los productos del otro. Ese año, en respuesta a las medidas estadounidenses, China impuso un arancel del 25% a 106 productos estadounidenses.
Las disputas comerciales se calmaron con la firma de un acuerdo provisional entre Washington y Beijing en 2020, seguido de un cambio en el enfoque político después de que Joe Biden asumiera el cargo al año siguiente. Aun así, su administración mantuvo en gran medida la mayoría de los aranceles de la era Trump, e incluso aumentó las tasas sobre algunos productos chinos. El regreso de Trump a la presidencia en 2025 ha reavivado el conflicto a una nueva escala.
Entre 2020 y 2024, Estados Unidos logró recuperar parte de sus exportaciones de soja y carne vacuna a China. Sin embargo, Brasil ya había cubierto el hueco dejado durante el punto álgido de la guerra comercial y consolidado su liderazgo en el mercado chino.
En 2018, Brasil superó a Estados Unidos y se convirtió en el principal proveedor agrícola de China, enviando un total de 37.000 millones de dólares en mercancías, según un estudio publicado este año por el instituto de investigación Insper Agro Global.
Aunque pueden haber influido otros factores, los envíos de carne y soja brasileñas a China crecieron significativamente entre 2016 ―antes de las disputas de la administración Trump― y 2024, según datos de comercio exterior del gobierno brasileño. Las exportaciones de carne a China en ese lapso se multiplicaron por ocho, pasando de 165.000 a 1,32 millones de toneladas, mientras que las ventas de soja aumentaron un 88%.
Los analistas creen que los aranceles harán que las exportaciones brasileñas crezcan menos esta vez, debido a la posición ya consolidada de Brasil en el mercado chino. “El impacto de esta guerra comercial en Brasil no será tan grande como bajo la primera administración Trump”, afirma Camila Amigo.
Sin embargo, nadie sabe cuánto durará la guerra comercial. Estados Unidos ha intensificado su presión y China ha dado a entender que no retrocederá en su empeño. Sin embargo, los representantes del sector agrícola brasileño creen que la ventaja no durará.
“La ventaja comparativa es a muy corto plazo… No podemos pensar que vamos a quitarle mercado a Estados Unidos en China”, afirma Ingo Plöger, vicepresidente de la Asociación Brasileña de Agronegocios. “China sabe dónde puede golpear a Estados Unidos y ya está actuando en consecuencia, y Estados Unidos también sabe dónde está limitando a China. Los países acabarán sentándose a negociar y llegar a un acuerdo”.
Una mayor demanda de carne vacuna podría significar más pasturas
Alrededor del 90% de la deforestación de la Amazonía brasileña se produce para abrir pasturas, según Imazon. Aunque el 70% de la carne vacuna producida en Brasil se destina al mercado nacional, el repentino aumento de la demanda aumenta el riesgo de que los pequeños y medianos productores amplíen sus superficies de forma irregular, según Niklas Weins, profesor adjunto de la Universidad Xi’an Jiaotong-Liverpool.
“La expansión de la frontera agrícola suele estar vinculada a la violencia y a la invasión de tierras indígenas o quilombolas“, afirma Weins, refiriéndose a los descendientes de comunidades afrobrasileñas establecidas por esclavos fugados.
En la actualidad, Brasil exporta a China carne de novillos de menos de 30 meses, con estrictos controles sanitarios. Sin embargo, los estrictos requisitos de esta denominada “boi China” ―carne vacuna que cumple las normas chinas necesarias― no incluyen criterios medioambientales. Por ello, el ganado puede criarse en zonas deforestadas de manera ilegal.
La fuerte demanda china de carne vacuna también ha ejercido presión sobre el mercado brasileño al elevar los precios, fomentar la expansión ganadera, el sacrificio precoz de ganado y, en muchos casos, el avance del ganado hacia zonas forestales.
“La demanda adicional empuja a algunas personas a deforestar”, dice Barreto, de Imazon. “Aunque no exporten a China, la gente empieza a deforestar para satisfacer la demanda interna”.
Niklas Weins subraya que el reciente debilitamiento de la moneda brasileña, el real, hace que sus exportaciones sean aún más competitivas. En la primera semana tras el anuncio de Trump de aranceles denominados “recíprocos” a unos 90 socios comerciales el 2 de abril, el mercado reaccionó con un impulso del dólar y una caída generalizada de otras divisas. En los primeros días del mes, el precio del real brasileño cayó un 5,1%, la tercera tasa más alta de caída del mundo. “Esto probablemente tendrá un efecto directo en los precios de los alimentos”, añade.
Luz y peligro al final del túnel
Por otra parte, las políticas públicas destinadas a la expansión agrícola sostenible también están ganando impulso, según Nathália Teles. Trabaja en el seguimiento de las paturas de Brasil en el Laboratorio de Teledetección y Geoprocesamiento de la Universidad Federal de Goiás. Teles cita formas de fomentar la producción en zonas ya abiertas e infrautilizadas. Se trata del Plan ABC+ ―estrategia nacional de fomento de una agricultura con bajas emisiones de carbono― y del Programa Nacional de Reconversión de Pasturas Degradados, así como del uso de tecnologías de monitoreo.
“La deforestación es cada vez menos viable económicamente”, afirma Teles. “Hay una mayor supervisión y restricciones legales, además de un alto costo medioambiental y climático”.
Sin embargo, sigue habiendo lagunas institucionales que aumentan la vulnerabilidad de la Amazonía a la deforestación, afirma Paulo Barreto. Entre ellas está la gran extensión de tierras públicas que aún no han sido designadas como protegidas o pertenecientes a un grupo, situación que favorece la ocupación ilegal y la especulación. También hay que mencionar la ausencia de un sistema eficaz de rastreo del ganado y la incoherencia en el accionar de las autoridades públicas.
El gobierno federal ha pospuesto medidas cruciales, como la regulación del rastreo y la protección de los bosques públicos no designados. Además, las políticas de crédito rural permiten que la financiación llegue a los productores vinculados a la deforestación. Incluso instituciones como el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES), accionista de grandes empresas frigoríficas como JBS, no han controlado los riesgos medioambientales, afirma Barreto. Cuando Dialogue Earth se puso en contacto con el Ministerio de Agricultura, éste no respondió a las peticiones de comentarios.
Barreto afirma que la deforestación se debe en parte a fallas en las políticas públicas y a la falta de requisitos de trazabilidad de la carne vacuna china. Dice que esto tiene solución: “Si China añade una exigencia medioambiental a sus requisitos para la carne vacuna, podrían generarse efectos positivos, estimulando un uso más sostenible de las pasturas sin necesidad de deforestar”.