
La crisis económica y sus soluciones “simples”
Columna de opinión de Sebastián Ainzúa, economista de Fundación Terram, publicada en web partidospoliticos.cl el 05 de noviembre de 2008.
La teoría fiscal dice que los Estados tienden a crecer en épocas de crisis porque la población es más tolerante a los aumentos de impuestos. Asimismo, hay teorías que señalan que, en periodos de incertidumbre, los movimientos sociales reducen sus demandas y se muestran más proclives a soportar la mantención (o reducción) de los beneficios sociales o laborales.
En este contexto, la crisis actual no difiere de las anteriores en cuanto a las formas de enfrentar los desafíos que de ella surgen. Es más, las propuestas que se han planteado para hacerle frente van justamente en la línea de las teorías anteriores: utilizar el pretexto de la crisis para que los ciudadanos toleremos cambios en las condiciones del juego, o para que las empresas aprovechen esta coyuntura para exigir relajamiento de condiciones que, lamentablemente, no se revierten cuando la situación mejora.
Enumeremos las propuestas esbozadas que van en el sentido de “relajar” la legislación debido a la crisis. Propuestas que, por cierto, no son para nada novedosas, ya que las hemos escuchado desde hace mucho tiempo, sólo que ahora se plantean en un contexto muy distinto:
1.- Flexibilidad Laboral. El argumento es simple: “para no perjudicar el empleo, éste debe ser más flexible”. Sin embargo, si asumimos que el mercado laboral chileno es en promedio más flexible que el de Dinamarca –paradigma de la flexibilidad-, se podría pensar que esta propuesta no cambiará mucho el impacto de la crisis sobre la desocupación.
2.- Reducción de impuestos. En la medida en que los ingresos del Estado empiezan a caer producto de la caída del precio del cobre, la reducción de impuestos iría en el sentido contrario de las demandas sociales del país, es decir, una baja en los impuestos tendría efectos sobre la sustentabilidad del gasto social, lo que además sería regresivo desde el punto de vista de la distribución de ingresos.
3.- Fast track a la aprobación ambiental de proyectos energéticos. Se ha propuesto destrabar los proyectos de inversiones “relevantes” para el país. Es decir, ante la crisis, se asume que se deben pasar por alto las regulaciones ambientales, con el fin de incentivar la inversión… Sin comentario.
4.- Cambio en las negociaciones colectivas. Replantear la determinación de los cambios de jornada laboral y la forma en que se negocia colectivamente, con el fin de facilitar los ajustes de las planillas de trabajadores.
5.- Apoyo a sectores como el Salmonero y construcción.
Es decir, promover el desarrollo de actividades que generan gran cantidad de empleo pero a bajos salarios y en algunos casos en precarias condiciones.
Nadie duda de los impactos que la crisis financiera mundial tendrá sobre nuestro país y, por lo mismo, es necesario plantear mecanismos eficientes para enfrentarla, pero no deben ser los trabajadores o el medio ambiente los que paguen los costos de la mala gestión financiera internacional.
La mirada debería, probablemente, ir en sentido contrario: dar señales de seguridad en el empleo a los trabajadores; invertir en capital humano para enfrentar en buen pie los periodos de auge, aumentar la productividad, ajustar niveles de producción “insustentable”, entre otras.
Más allá de las medidas especificas, lo ético sería no aprovechar esta coyuntura para replantear demandas que siempre están presentes en quienes buscan precarizar el empleo y reducir los gastos en producción limpia, porque las sociedades sustentables son justamente aquellas que avanzan en el sentido contrario de esas soluciones “simples”.