Salmón a la balanza
Por Francisco Pinto, coordinador del programa de recursos Naturales de Terram, publicada en La Estrella de Chiloé, 19 de noviembre de 2005.
La X Región, donde se concentra más del 80% de la producción nacional, debiera reflejar los beneficios económicos y sociales de la salmonicultura.
Las cifras de la Dirección del Trabajo indican que el sueldo promedio de los trabajadores alcanza los $185.000. En muchos casos este es el único ingreso que perciben los hogares, lo que los ubica en el tercer decil más pobre en la distribución de ingresos de la región, donde en promedio son 4,2 personas las que habitan por hogar, es decir un ingreso per cápita de $44.224, una cifra muy cercana a la línea de la pobreza.
Por otra parte, la industria se encuentra cada vez más concentrada. Actualmente sólo 8 empresas son las responsables del 70% de la producción total. A esto hay que agregar que el Estado ha permitido que este grupo de privados explote un injusto modelo rentista mediante el cual se ha apropiado y enriquecido de recursos que no les pertenece, como son el agua y el borde costero. Al no cobrar por ellos se le otorga un valor igual a cero, disminuyendo artificialmente los costos de producción, generando una sobreinversión y sobrexplotación del recurso.
Por otra parte, existen crecientes conflictos sociales en la X Región. Pescadores artesanales han solicitado el congelamiento de la entrega de concesiones acuícolas para el cultivo de salmónidos, debido a que se desconoce la verdadera magnitud de los impactos ambientales de esta actividad, acusada de ser responsable de la desaparición de muchas especies nativas como el jurel, róbalo y la sierra. De acuerdo a estimaciones de la Universidad Austral, los escapes de salmones -especie exótica y carnívora- desde los centros de cultivo generan cerca de US$2,4 millones de pérdida anual en recursos marinos. Asimismo, algunos investigadores han señalado que existe evidencia de que la aparición de marea roja tiene una relación directa con la actividad salmonera.
Reconocer el real valor del trabajo, de nuestros recursos naturales, así como realizar una gestión integral del territorio para evaluar los impactos económicos, sociales y ambientales de esta actividad en su conjunto por sobre cada actividad individual, son las claves para un desarrollo armónico entre la salmonicultura y su entorno.