
Una amenaza
Columna de opinión de Giuliana Furci, Coordinadora Programa de Salmonicultura de Fundación Terram, publicada en diario La Nación el 22 de agosto de 2007.
Después, o más bien a la par con un fulminante brote de piojos de mar (caligus) que está afectando a la industria salmonicultora chilena, surgió una amenaza tanto o más grave con el virus denominado anemia infecciosa del salmón (ISA por su sigla inglesa).
Esta situación tiene a la compañía más grande del mundo, Marine Harvest, y a la empresa Aguas Claras, propiedad del gigante chileno AquaChile, asustadas y bajo unas órdenes estrictas de sacrificar a los peces de los centros de cultivo que se vean afectados por el microorganismo. La zona de la isla Lemuy en Chiloé ya está confirmada como un foco infeccioso: 29 sitios de cultivo han sido puestos en cuarentena.
En el momento de la confirmación de la presencia de este virus en salmones del Atlántico, la autoridad gubernamental carecía de planes de acción o de programas de contingencia. Aunque Sernapesca reaccionó con rapidez, quedó en evidencia una vez más que las regulaciones existentes no cubren las eventualidades y que el Gobierno está "pisándole los talones" al gigante de la salmonicultura. Debido a esta situación urge de sobremanera realizar una modernización en las regulaciones de este sector. Se debe tomar en cuenta experiencias de países competidores en esta industria, como Noruega.
En ese país nórdico resulta obligatorio rotar los sitios de cultivo, una medida que se conoce como fallowing. El descanso de un sitio de cultivo ayuda a "desinfectar" los patógenos que permanecen en el medio acuático después de la cosecha o tras el sacrificio de los peces, lo que afecta también a los animales de las generaciones posteriores. La experiencia noruega apunta a minimizar el contagio de piojos de mar y dar descanso a los fondos marinos.
En Chile, este concepto es prácticamente inexistente. Tal vez esta llamada crisis empuje hacia esta práctica. Lo cierto es que en el extranjero existe preocupación. La prensa escandinava y estadounidense ha realizado un atento seguimiento a los hechos y, tal como los chilenos, están expectantes de saber qué nuevas medidas tomará la autoridad y de las iniciativas autorregulatorias que impondrá la propia industria.
Es relevante destacar la casi simultaneidad de ambos brotes afectando a la producción nacional de salmones, porque ante la falta de investigación científica para Chile (hecho consensuado en el mundo acuícola) es obligación hacerse estas preguntas: ¿tendrán los piojos algo que ver en la transmisión del virus? No lo sabemos. Es una interrogante que la ciencia deberá responder.