8 de junio, Día Mundial de los Océanos: La acidificación y contaminación del mar
En ambos casos, las principales víctimas son algunos integrantes de la fauna marina, aunque indirectamente también puede verse afectado el ser humano. Fuente: El Mercurio, 7 de junio de 2019.
El océano siempre ha sido visto como el salvador del cambio climático al ser un gran secuestrador de carbono y almacenar el exceso de calor que se acumula en la atmósfera. Sin embargo, existe una fragilidad en esa capacidad, advierte la oceanógrafa de la U. de Concepción Laura Farías. La investigadora encabeza la mesa de trabajo sobre el océano, de donde saldrá la posición chilena para la próxima cumbre de cambio climático, COP 25, que se realizará en Santiago y que justamente tendrá como eje el tema marino. La labor del equipo que dirige será levantar información para la decisión política.
Para Farías, uno de los primeros desafíos antes de tomar medidas es conocer cuánta de la actual realidad del mar chileno deriva de dinámicas naturales y cuánta es provocada por el ser humano. Temas prioritarios son el real estado de las pesquerías y el diseño de un sistema de observación oceánico efectivo, que incluya radares, boyas y buques dedicados. Entre los problemas que más preocupan a la especialista está la acidificación: ‘Mientras más CO2 hay en la atmósfera, más entra a los océanos, porque es un problema de presión’, explica. El CO2 se disuelve fácilmente en el agua y forma ácido carbónico, el que aumenta cada vez más su concentración. ‘No hablamos de magnitudes enormes, pero basta con pequeñas variaciones para alterar el funcionamiento de las tramas tróficas (transferencia de energía alimenticia) del océano’, advierte.
Más vulnerable
Chile ya presenta una acidificación natural propia de las características de sus aguas, pero a esta se está sumando una adicional de carácter global. La acidificación impacta directamente en la vida marina al dificultar, por ejemplo, la secreción de carbonato de calcio de los organismos que forman conchas y también la actividad de aquellos calcificantes, como los corales, advierte el biólogo marino Gustavo Chiang, director científico de Fundación Meri. ‘La concha se debilita y eso la hace más vulnerable a quebraduras’, agrega a su vez Farías. ‘La acidificación afecta desde los microbios, microalgas y zooplancton, hasta los más requeridos recursos pesqueros (mariscos y peces) mediante alteraciones de sus procesos biológicos’, asegura el biólogo. La contaminación química es otro tema que preocupa a los especialistas, la que no solo afecta a la vida marina, sino también potencialmente al ser humano, a través del consumo de productos del mar con alto nivel de estos tóxicos. El plástico de un solo uso es uno de los contaminantes que han adquirido más relevancia. Mientras el macroplástico puede matar de forma directa a muchos organismos por asfixia o inanición, el microplástico (producto de la erosión de objetos mayores) puede entrar a los organismos que lo absorben o se alimentan de él, dice Chiang.
Otra potencial fuente de contaminación podría ser la minería submarina, cuyas faenas todavía no se inician oficialmente. ‘Es una actividad muy invasiva. Donde se haga efectiva, va a ser una zona de sacrificio para el ecosistema’, advierte Farías. ‘Habrá que sopesar el costo-beneficio y la sociedad debe decir algo al respecto’. El cambio climático también está calentando los océanos. Y eso podría afectar directamente las pesquerías, según la oceanógrafa. El cambio de temperatura afecta el crecimiento de los peces y hace que se desplacen mar adentro, hacia zonas más frías. Chiang identifica también otros problemas emergentes, como el tráfico marítimo y la contaminación acústica, que afectan en especial a la especies mayores. ‘Entre 2007 y 2016 más de mil 200 ballenas han sufrido colisiones, y solo en Chile, desde 2017 han muerto cuatro ballenas por esta causa, lo que es significativo considerando el tamaño de sus poblaciones, dice el biólogo.