Carbón en playas chilenas: una historia de nunca acabar

En la última semana los chilenos han visto sus costas tapadas de carbón. Sin embargo, están acostumbrados: no es la primera vez que aparece en la playa el combustible que alimenta a las termoeléctricas que están instaladas en la Bahía de Quintero. Fuente: Sputnik, 12 de julio de 2019.


La contaminación en Quintero, Puchuncaví, Ventanas y zonas aledañas (región de Valparaíso) es moneda corriente desde 1954, cuando se instaló la Empresa Nacional del Petroleo (Enap) en la Bahía de Quintero.

El establecimiento de la empresa marcó un antecedente que abrió las puertas de la comuna de Puchuncaví para el ingreso de más de una decena de iniciativas industriales que sepultaron la vocación pesquera, agrícola y turística de este territorio.

Hoy en esas costas hay 19 fábricas contaminantes, entre ellas, termoeléctricas a carbón. En la última semana, los habitantes del lugar denunciaron al menos tres varamientos del material contaminante en la costa de Quintero, de la empresa AES Gener, que lo desembarca en Puerto Ventanas.

En vídeos y fotos que han circulado en las redes y medios de comunicación chilenos, se ve a pescadores que, con un peculiar método artesanal, recogen con bolsas el carbón del agua y con palas de la arena.

Sputnik consultó a un pescador local, Juan Suárez, quien explicó que la «limpieza» que realizan otros colegas suyos es paga por la empresa contaminante.

«Los pescadores que limpian la playa no van a hablar con los medios porque se les acaba el dinero. Ellos reciben mensualmente 500.000 pesos [735 dólares] por recoger el carbón. Tienen una cláusula que dice que cada vez que haya vertimiento, ellos lo recogen en sacos, y ese carbón se recupera, no se pierde, se lo entregan a las empresas. Es un trabajo que hacen cinco, seis veces al mes», explicó.

A su vez, el pasado 6 y 7 de julio aparecieron aves muertas cubiertas por un elemento oleoso en la Bahía de Quintero y Loncura. La ministra de Ambiente, Carolina Schmidt, dijo en conferencia de prensa que fue producto de un «derrame de petróleo» y se establecerán las «sanciones correspondientes» a la empresa que lo ocasionó.

Según Suárez, desde marzo de 2018 las empresas también están pagando a pescadores para que limpien la playa cuando hay derrames de petróleo.

«Cada vez que hay un vertimiento de petróleo, ellos salen y la empresa le pasa una manga, una especie de almohada de pluma, y ellos las pasan por todo el mar para absorber el petróleo. La mancha desaparece, se absorbe. Lo que se fue para abajo, se fue para abajo, eso nadie lo ve. Lo que se ve es lo que está encima, entonces, como ellos limpian, tampoco lo ven».

La historia de contaminación de la zona no da tregua; por algo le llaman «zona de sacrificio»: un territorio donde en pos del ‘progreso’ nacional, se sacrifica suelo, agua, aire, personas.

En ese territorio viven cerca de 40.000 personas que en los últimos 60 años han sido testigos del deterioro del ambiente y su propia salud: sus casas están alrededor de fábricas e industrias contaminantes que, además, utilizan el puerto local para desembarcar sus materiales contaminantes, como carbón.

Varamietnos de carbón en la Bahía de Quintero, Chile© FOTO : CORTESÍA DE MUJERES DE ZONAS DE SACRIFICIO EN RESISTENCIA

A principios de 1990, el alto nivel de contaminación del aire en la zona ya era reconocido por habitantes y gobernantes. En 1992 se elaboró el Plan de Descontaminación del Complejo Industrial Las Ventanas.

Varamietnos de carbón en la Bahía de Quintero, Chile
© FOTO : CORTESÍA DE MUJERES DE ZONAS DE SACRIFICIO EN RESISTENCIA
En tanto, en 1993 el ministerio de Agricultura declaró Puchuncaví y Quintero como zona saturada de contaminación por anhídrido sulfuroso y material particulado. Las empresas, a pesar que cumplieron con lo pactado, no disminuyeron la emanación de gases y, por ende, siguió aumentando la contaminación.

Sin embargo, aunque desde 1988 se han registrado intoxicaciones e incidentes ambientales en la Bahía de Quintero, hasta el martes 28 de mayo de 2019 no había habido justicia ambiental, cuando la Corte Suprema chilena fue contundente: acogió los recursos de protección presentados por la ciudadanía y ordenó al Estado tomar resguardos para proteger a las comunidades.

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