
Políticas públicas ambientales, el gran ausente en las candidaturas
Estamos ad-portas del inicio de las candidaturas presidenciales y parlamentarias, y ya se han hecho públicos al menos cinco programas de quienes se enfrentarán por el sillón de La Moneda. Luego de hacer una revisión de las propuestas que se encuentran disponibles, resulta decepcionante constatar el escaso conocimiento sobre temas ambientales de quienes se encargaron […]
Estamos ad-portas del inicio de las candidaturas presidenciales y parlamentarias, y ya se han hecho públicos al menos cinco programas de quienes se enfrentarán por el sillón de La Moneda. Luego de hacer una revisión de las propuestas que se encuentran disponibles, resulta decepcionante constatar el escaso conocimiento sobre temas ambientales de quienes se encargaron de elaborar estos programas. Si bien en cada uno de ellos, con mayor o menor extensión, se abordan temas relacionados con el medio ambiente, estos se tratan de forma desprolija, dejando en evidencia la poca importancia que se les asigna desde cada comando. A ello se suma la falencia de una visión sólida en la materia, así como el desconocimiento del estado actual en que se encuentra el país en cuanto a desarrollo y/o implementación de políticas públicas y regulaciones que involucran estos temas. Pareciera ser que con propuestas de fomento al hidrogeno verde y flexibilizar el otorgamiento de permisos sectoriales y ambientales, las y los candidatos dan por cumplida su agenda ambiental.
Lamentablemente, nos enfrentamos a unas elecciones presidenciales en las cuales el crecimiento y el fomento a la inversión parecen ser lo central, sin importar los costos que esto pueda implicar para el país, sus ecosistemas y su gente, en el corto, mediano y largo plazo. Sin duda estamos retrocediendo, pues al revisar estas agendas programáticas pareciera que estamos en los años 60, cuando el progreso se entendía cómo un crecimiento sin límites y esa era la consigna predominante.

Pero resulta que la realidad es otra, vivimos en un planeta en el cual los recursos naturales son finitos y constituyen la base de los procesos productivos que sostienen las economías. Por más que se desarrollen tecnologías para “solucionar problemas” y que nos den la ilusión de ser todopoderosos, lo cierto es que la extracción de materias primas para el desarrollo tecnológico y de otros bienes materiales tiene límites, pues los recursos naturales se agotan. Algo similar ocurre con la creación de sistemas agroalimentarios y silvícolas, los cuales dependen de una base material que debemos cuidar y utilizar de forma responsable. Esto, que parece bastante básico, no esta presente como telón de fondo en las medidas y propuestas que presentan los programas presidenciales.
Lo que encontramos en estas candidaturas es un popurrí de acciones en las cuales se evidencia el mismo problema, no tienen una base donde sustentar sus propuestas, por tanto, resultan en una serie de medidas que en algunos casos son contradictorias y en otras desligadas de la realidad actual en que se encuentran las temáticas ambientales. No tienen un punto de partida que conduzca a un resultado concreto, solo medidas dispersas que harán invisible cualquier gestión relacionada con el medio ambiente.
Si bien es entendible que los programas de gobierno se estructuren estableciendo agendas prioritarias destinadas a abordar los problemas más relevantes que aquejan a la población, esto no debería significar el abandono total de la agenda ambiental y menos desconocer la implementación de regulaciones nacionales que han sido recientemente aprobadas en el parlamento, como son la Ley Marco sobre Cambio Climático, el Servicio Nacional de Biodiversidad, el Sistema Nacional de Áreas Protegidas y el Servicio Nacional Forestal, por nombrar las mas relevantes, sobre las cuales no se señala nada. Tampoco deberían estar ausentes de estas agendas los compromisos adquiridos por Chile a nivel internacional en materia ambiental, ya sea referidos a cambio Climático, biodiversidad, Escazú u otros.
En definitiva, al revisar los programas disponibles y las propuestas de los aspirantes a La Moneda, queda en evidencia, en mayor o menor medida, que existe una gran falencia en políticas públicas ambientales, como también en las temáticas sectoriales (pesca, acuicultura, forestal, biodiversidad, minería, energía e incluso salud, que tienen componentes ambientales). En ese sentido los programas de gobierno parecen estar desligados tanto de lo que ocurre en el ámbito sectorial, ambiental y regional, como de los compromisos internacionales asumidos por el país.
En mi opinión, las organizaciones que actualmente trabajan en temas ambientales están muy lejos de intentar avanzar en una agenda verde; por el contrario, lo preocupante es que seguimos retrocediendo en políticas públicas, pues no se vislumbra en ninguna candidatura una sensibilidad y preocupación real por estos asuntos. Por esto sería importante que las y los candidatos fueran más claros respecto al el desarrollo e implementación de regulaciones y políticas públicas ya existentes sobre cambio climático, protección de la biodiversidad, institucionalidad forestal, entre otras. No basta con centrar la discusión sobre temas ambientales en torno al fomento del hidrogeno verde, o en la extracción de litio o cobre, sin ocuparse de la contaminación, los relaves, el agua y la pérdida de biodiversidad.