
San Antonio lidera riesgo de cierres por mal clima y surge debate por puerto de Gran Escala
Un rompeolas de 3.900 metros de longitud, que demandará una inversión de U$ 1.200 millones, prevé convertirse en la principal protección para las futuras operaciones del recinto que se proyecta construir en la zona. Fuente: El Mercurio, 17 de octubre de 2020.
Los cierres de los puertos por malas condiciones climáticas se han acelerado en la última década en Chile, generando millonarias mermas en el sector.
Entre 2008 y 2017 se registraron 9.097 cierres de terminales marítimos en el país, pasando de 82 casos el primer año a 2.330 en el último registro, según el documento ‘Determinación del riesgo de los impactos del cambio climático en las costas de Chile’, del Ministerio del Medio ambiente, de octubre de 2019.
El cambio climático motivó a esa cartera a proyectar los efectos a largo plazo de este fenómeno en diversas áreas, una de ellas el ámbito portuario. En ese contexto, asoma que el puerto de San Antonio tiene el mayor índice de riesgo de cierre de operaciones por mal tiempo para el período 2035-2065 de entre los diversos recintos marítimos estatales (ver infografía).
El resultado se desprende del Atlas de Riesgo Climático (Arclim), proyecto del Ministerio del Medio ambiente del Gobierno de Chile, desarrollado por el Centro de Investigación del Clima y la Resiliencia (CR2) y el Centro de Cambio Global (CCG-Universidad Católica de Chile) con la colaboración de otras instituciones nacionales e internacionales. Para la determinación del peligro futuro se consideran la amenaza climática, exposición y sensibilidad del sistema afectado, como puede ser su atributo físico u otros.
Actualmente, los ceses de operaciones en San Antonio son principalmente atribuibles al oleaje. Ello ha motivado que la autoridad marítima -reflejada en la figura del capitán de puerto- tome en varias ocasiones la decisión de cerrar. Durante este año, el puerto ha registrado unos 54 eventos de cierre, 30% más que en 2019.
Esto abrió la discusión respecto de cómo el riesgo climático puede afectar al proyecto de US$ 3.500 millones Puerto Exterior o de Puerto de Gran Escala (PGE) que se construirá en San Antonio, el cual está en fase de ingenierías y tramitación del Estudio de Impacto Ambiental (EIA).
Pese a la preocupación, en el Gobierno, la empresa portuaria sanantonina y expertos afirman que es viable esta megaobra, pero con infraestructura que mitigue el impacto climático.
‘De acuerdo a las proyecciones realizadas por los equipos científicos que aportaron la información a Arclim, efectivamente el puerto de San Antonio mostraría el mayor aumento en el riesgo de afectar su operación producto de las condiciones climáticas en el mediano y largo plazo, no obstante, esta información permite estar preparados y poder avanzar en mejorar otros factores. Si bien el riesgo se compone por la amenaza climática que, según las proyecciones, aumentará las marejadas en el sector, también incluye la sensibilidad, factor que es posible modificar positivamente durante el tiempo y, de esta manera, disminuir el riesgo’, comenta la ministra del Medio Ambiente, Carolina Schmidt.
Luis Knaak, gerente general de la estatal Empresa Portuaria San Antonio (EPSA), afirma que el cierre del puerto por condiciones meteorológicas afecta a todos los actores de la cadena logística, especialmente en la víspera de la temporada alta.
Knaak añade que están trabajando en una estrategia que, en el corto plazo, busca aumentar el nivel de disponibilidad del puerto mediante un trabajo coordinado con la autoridad marítima y los terminales concesionados. Se pretende incrementar los parámetros de operación para ejecutar maniobras de ingreso y salida de naves de acuerdo al equipamiento disponible y aplicar nueva tecnología para la coordinación, monitoreo operacional, seguridad y sistemas meteorológicos, cuenta. Indica que recientemente se aumentó la altura de la ola permitida para maniobras de ciertas naves.
Sobre la infraestructura que mitigaría el impacto del mal tiempo en el Puerto Exterior, Knaak destaca la construcción de un nuevo rompeolas, que tendrá una extensión de 3.900 metros y demandará una inversión de U$ 1.200 millones. ‘Es la principal obra que nos permitirá darle continuidad a la operación y que no se vea afectada por los efectos del cambio climático’.
Agrega que en el diseño también se han considerado las estimaciones de aumento del nivel medio del mar y de tormentas extremas.
Patricio Winckler, académico de la Universidad de Valparaíso e investigador del Centro de Investigación para la Gestión Integrada del Riesgo de Desastres (Cigiden), comenta que los datos del Arclim deben servir para analizar el tema de fondo que son las operaciones de los puertos y qué medidas de adaptación se pueden ejecutar para el corto o largo plazo.
Pese al riesgo, Winckler sostiene que el megapuerto en San Antonio se puede construir. ‘Con un puerto de gran escala se modifica dramáticamente la condición de oleaje, porque se construirá un rompeolas que genera zonas más abrigadas e implica que el efecto de las marejadas en los sitios de atraque será menor’. De todos modos, advierte que la zona exterior al terminal, de acceso, seguiría expuesta a las olas.
Además de la construcción de obras de abrigo, fuentes del sector portuario piden que la recaudación por los cobros de tarifas de uso portuario (TUP) a las navieras por parte de empresas portuarias estatales debe ir a financiar mejoras en infraestructura para los puertos. Agregan que la Armada debe analizar sus parámetros para definir los cierres de puertos.