Un trabajo de cooperación entre el INDH de Chile y el Instituto Danés de Derechos Humanos reveló que el sector industrial de la salmonicultura –con presencia en La Araucanía, Los Ríos, Los Lagos, Aysén y Magallanes– no solo ha afectado gravemente al medioambiente sino también a la fe pública, además de producir transformaciones culturales no deseadas en los pueblos originarios, así como en las comunidades locales. Los alcances del impacto de esta industria de capitales chilenos, pero también de Japón, Noruega, China, Canadá y Estados Unidos, abarcan desde la contaminación por residuos industriales en playas, aguas y alteraciones del fondo marino, al uso de químicos y antibióticos, junto con vertimientos masivos de salmones muertos al mar, contaminación de cuerpos y cursos de agua dulce, hasta la falsificación de informes a fiscalizadores, colusión entre empresas que producen alimento para salmones, hostigamiento de defensores medioambientales y –en algunos casos– sometimiento a procesos de asimilación forzada de pueblos indígenas del extremo austral. Fuente: El Mostrador, 14 de septiembre de 2021.