Chiloé: el costo ambiental y humano de la transición energética
By valentina

Chiloé: el costo ambiental y humano de la transición energética

En un paraíso de la biodiversidad, varios proyectos ponen en jaque la vida de las comunidades que pagan caro una energía que va al sistema nacional antes que a ellas mismas. Fuente: CodexVerde, 19 de mayo de 2025.

¿Hay una transición energética justa en la zona? “No”, responde tajantemente Ana Caileo, educadora ancestral de la localidad de Ancud, en el extremo norte de la Isla Grande de Chiloé. “Estas energías rompen muchas cosas de nuestros pueblos ancestrales. Van a pasar por caminos que caminaban nuestros ancestros: lugares sagrados. La gente que mira de afuera tampoco mira con esos ojos. Nuestro küme mongen (buen vivir) no es el mismo que el de los wincas (personas no indígenas), nosotros creemos en lo que vemos y en lo que no vemos”.

Hidroeléctricas y complejos eólicos junto con salmoneras y emprendimientos forestales son algunos de los proyectos que afectan al archipiélago de Chiloé (Wapintu Chilwe, en lengua originaria), ubicado en la zona sur de Chile, un territorio rico en patrimonio bio-cultural. Estos proyectos, para algunos, significan desarrollo; para otros, en cambio, son la ruptura de tradiciones, ecosistemas, vidas y formas de vida.

Daniela Gumucio, presidenta del Comité Ambiental de Chonchi (en la zona centro-sur de la Isla Grande), cuenta que muchas personas están a favor de los proyectos porque creen que van a traer trabajo. “Cuando en realidad, por ejemplo, el proyecto eólico de Tablaruca (rechazado tras una amplia participación ciudadana) contemplaba emplear a 120 personas durante dos años en la etapa de construcción y 8 a 10 personas durante la fase de operación que tendría una duración de 30 años”, dice. Desde el punto de vista local, “son proyectos que no tienen un beneficio económico, no generan empleo, no disminuyen el costo de la energía”, agrega.

Chiloé, pese a su potencia energética, es una de las provincias de Chile con precios más altos de la electricidad y sin mejoramientos en la conectividad de los locales sin acceso a luz. El enfoque extractivista de la generación de energía eólica, con una gigantesca infraestructura, sólo sirve para insertar la electricidad producida al Sistema Interconectado Central (SIC) y abastecer principalmente a la minería nacional, al continente o incluso exportarla.

El archipiélago cuenta con diversos nudos críticos conformados por ciudadanos y comunidades indígenas como las mesas por el agua (Ancud y Castro), los Comités Ambientales Comunales (CAC) de Castro, Chonchi, Puqueldón y Dalcahue, la Asamblea de Mujeres Insulares por las Aguas, entre otros, quienes llevan la discusión de la energía para qué y para quiénes a otros ámbitos de acción.

En ellos convergen diversas comunidades y personas que participaron en defensas territoriales como la instalación del Parque Eólico Chiloé (2010); la conformación de la campaña comunicacional Defendamos Mar brava (2014), la lucha en contra de la subestación eléctrica “Línea de Transmisión 220kv Chiloé Gamboa” (grupo SAESA) por parte de la comunidad Williche Fundo Alto de Gamboa y vecinos del sector (2017), el rechazo al Parque Eólico Tablaruca (2017 y 2024). Actualmente la carretera eléctrica Tineo – Nueva Ancud de 500kV (Transelec) licitada en el año 2019 y aprobada en febrero de este 2024 trae nuevos desafíos de organización social.

Fósil viviente

Chiloé consta de más de cuarenta islas y cientos de especies endémicas, lo que llevó a que Charles Darwin dijera que esta biota es un “fósil viviente”, por haber sobrevivido a la era glacial. La cordillera del Piwchen no posee glaciares; sin embargo, las turberas de altura suplen el rol ecosistémico del deshielo. Es decir, el Piwchen y el agua se entraman para sostener la frágil biodiversidad cultural insular.

En el contexto de la crisis climática, aparecen dudas sobre si los avances de la descarbonización internacional se piensan a través de una transición energética planificada, ecológica y democrática. En el caso de Chiloé estos dos últimos no parecieran aplicar.

Arturo Le Blanc, gerente general de Transelec, la empresa que proyecta la construcción de una mega-carretera de transmisión eléctrica que atravesaría bosques, humedales y ríos en más de la mitad de la Isla Grande de Chiloé, declaró en octubre del 2024 que “son proyectos que impulsan el crecimiento del país y forman parte de una agenda que trasciende los intereses de una empresa individual; es una agenda nacional enfocada en la descarbonización y en una minería más verde”.

Los esfuerzos de la Campaña Comunicacional Chiloé Libre de Saqueo Energético de 2019 lograron visibilizar en un solo mapa la sinergia de los proyectos que componen esta infraestructura energética, en coherencia con la agenda nacional de descarbonización. Mientras tanto, las precipitaciones anuales disminuyen producto de la crisis climática, y Chiloé fue declarado zona de escasez hídrica en 2024.

Jenny Schmid-Araya, zoóloga especializada en aguas dulces y directora de la consultora PJSchmid Scientific Consulting, comenta sobre el complejo eólico San Pedro, ubicado en la comuna de Dalcahue en la zona centro-norte de la Isla Grande, en funcionamiento desde 2010: “Ha hecho un efecto de estrés hídrico a toda esa área que existía con turberas y que clasificaron como un sitio eriazo (lugar sin uso agrícola ni construcciones)”. La aseveración se basa en fotografías del satélite Sentinel. “Las turberas presentes en las alturas de la cordillera están compuestas por muchos tipos de musgos que han demorado miles de años en formarse -la turba se forma 1mm cada año- y tiene múltiples funciones: por un lado, hace de esponja para retener hasta 5.000 mm de lluvia de los que caen anualmente en la zona, y que es liberada lentamente, proveyendo de agua a la red hidrográfica de la isla durante todo el año”.

Por otro lado, la científica contó que “es un sumidero de dióxido de carbono (CO2) y de gas metano, que es un gas de invernadero 23 veces más potente que el CO2”. Esta turbera trabaja en conjunto con los bosques de Nothofagus, ciprés de las Guaitecas y alerces (estos últimos, especies protegidas) y han sido los principales afectados en la construcción de las fundaciones de las torres eólicas, cada una de hasta ocho metros de profundidad y 26 metros de diámetro, que han requerido dinamitar sectores de la cordillera de Chiloé y ocupar más de mil hectáreas de sus cumbres.

También la fauna

Los animales no han quedado indemnes: en 2019 se publicó un informe sobre la cabecera del río Huicha que encontró, en sólo una muestra, 200 especies nuevas para Chile. Sin embargo, esto no es considerado en los Estudios de Impacto Ambiental (EIA), ya que en Chile las líneas base, que son los mecanismos metodológicos establecidos por el Servicio de Evaluación Ambiental, no miden biodiversidad sino presencia de especies en períodos muy cortos.

Además, Schmid-Araya menciona entre las consecuencias de los complejos eólicos para los animales un efecto sombra intermitente, el ruido de las aspas, la colisión de aves y murciélagos con las aspas y con las líneas eléctricas, riesgo de incendios por electrocución, daño físico en los murciélagos por cambios en la presión del aire y colisión de polinizadores en las aspas y sus efectos sinérgicos a la agricultura y apicultura.

Schmid-Araya comenta que desde el año 2020 se han confirmado teorías sobre cambios en el clima local alrededor de las torres eólicas que se venían sospechando desde las primeras observaciones en Texas entre 2003 y 2009 publicadas en un artículo de la NASA en 2012. Esto se debe a la influencia en la velocidad del viento y la temperatura, lo que tiene efectos también sobre el ecosistema del suelo.

El impacto en las personas

En la Comunidad Indígena Coihuin de Compu, la más grande de la provincia compuesta por más de mil personas que viven en cerca de 30.000 hectáreas al sur de la Isla Grande de Chiloé, el longko (autoridad ancestral) Pablo Inaicheo Guenteo refiere como algo permanente la tensión generada por el choque de intereses provenientes del Estado, de transnacionales y de la comunidad local. Han perjudicado “el convivir de comunidades que han estado siempre arraigadas y bajo un tipo de cultura”. Agrega que todos los proyectos, aunque se digan limpios, “traen consecuencias que pueden ser catastróficas”.

Cerca de ahí, se instaló la Hidroeléctrica Dongo en 2009, en la comuna de Chonchi. Aunque fue catalogada por el Servicio de Evaluación Ambiental como “pequeña”, ha afectado la red hídrica del sector generando aludes por remoción de tierra y dificultando el acceso a los hogares.

Gabriel Fernández, vecino contiguo a las instalaciones, es afectado por el ruido del generador que se escucha desde su casa las 24 horas sin descanso. Además, al igual que todas las localidades a lo largo del río Dongo, ya no puede contar con el agua para su consumo diario como lo hacían sus padres y abuelos, todos nacidos en ese mismo lugar.

Gumucio resume el problema: “Cuando se habla de transición energética y de energías renovables suena como algo bueno; entonces hay que interiorizarse de qué es lo que esto significa acá”.

El conflicto entre las personas que creen en los discursos de desarrollo sostenible y de energías limpias y las comunidades que temen los efectos de estas infraestructuras genera quiebres difíciles de sobrellevar a lo largo de la Isla Grande de Chiloé.

Con el aumento del conocimiento sobre la biodiversidad insular, aumenta también la comprensión sobre las zonas de afectación de los proyectos de energías renovables que, en realidad, son mucho más amplios que los considerados por el Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental (SEIA).

De la misma manera el concepto de territorio crece. Pasa de ser un trozo de tierra en el mapa a ser un conjunto articulado de seres vivos que conviven en un mismo espacio y las formas en que se sostienen las vidas humanas y todas las demás. Territorios también son las formas culturales que cohabitan este espacio, así como quienes interactúan con él de forma constante.

Frente a lo cual, como dice el longko Pablo, “el llamado que nos hace nuestra conciencia es a sumarse a la defensa y al cuidado del medioambiente con una visión amplia de futuro, que es el legado de los antiguos”.

Esta historia fue producida en el marco del proyecto Narrar la TEJ, impulsado por las organizaciones de la Alianza Potencia Energética Latam.

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  • 20/05/2025

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