
Expertos advierten que el desarrollo de hidrógeno verde amenaza la vida silvestre en Chile
Chile aspira a ser líder mundial en la producción de hidrógeno verde para 2030, con importantes exportaciones destinadas a Europa y Asia. Pero los investigadores advierten que la infraestructura y el proceso de producción necesarios podrían amenazar la vida silvestre de los frágiles ecosistemas de Chile, como la estepa magallánica y el desierto de Atacama. Fuente: Biobio.cl, 19 de agosto de 2025.
En 2020, Chile lanzó la Estrategia Nacional de Hidrógeno Verde, con el objetivo de posicionar al país como líder en la producción y exportación de hidrógeno para 2030, a la vez que busca la neutralidad de carbono, y ahora los promotores de este lo ofrecen como la energía limpia del futuro. Sin embargo, sus detractores señalan que, a pesar de ser visto como una fuente de energía premium y versátil, el hidrógeno verde puede ser altamente costoso e ineficiente.
Se trata de un tipo de combustible producido a partir de fuentes de energía renovables mediante electrólisis del agua, un proceso químico que utiliza electricidad para romper los enlaces químicos del agua (H2O) y producir moléculas de gas oxígeno (O2) e hidrógeno (H2). El sector industrial ve este tipo de hidrógeno como una herramienta valiosa que puede ayudar a descarbonizar o reducir globalmente las emisiones de carbono de la producción minera, metalúrgica, química y de fertilizantes, entre otras, que no encuentran otra forma viable de reducir sus emisiones. De hecho, se ha ganado el apodo de “champán de las energías”.
Pero la mayor parte del hidrógeno producido a nivel mundial se deriva del gas natural, lo que crea el denominado hidrógeno gris, que libera importantes volúmenes de CO₂ a la atmósfera y contribuye a la actual crisis climática.
Otra alternativa, por ejemplo, el hidrógeno azul, también se produce a partir del gas natural, capturando el CO₂ y almacenándolo bajo tierra. Esto puede provocar fugas de grandes cantidades de metano (CH₂), un gas de efecto invernadero más potente, durante el proceso de producción.
Los obstáculos del hidrógeno verde
Chile es un país con un potencial excelente para el desarrollo de energías renovables. En el norte, el desierto de Atacama, una región árida que se asemeja más a visiones de Marte que a la Tierra misma, es un oasis de energía solar: recibe la mayor radiación solar del planeta (2.506 kilovatios-hora por metro cuadrado), superior a la de otros países con alta radiación solar, como España, Estados Unidos o los Emiratos Árabes Unidos.
Por otro lado, en el sur, la región de Magallanes y la Antártica chilena cuenta con una de las regiones con vientos más fuertes y constantes del mundo. Estos factores contribuyen a la estimación de que el país es capaz de producir el 13% del hidrógeno verde global en el futuro.
Sin embargo, todo el proceso se enfrenta a numerosos obstáculos. Uno de ellos es que las moléculas de hidrógeno puro son extremadamente pequeñas y difíciles de contener en tanques o tuberías tradicionales; simplemente se filtran y pueden debilitar las tuberías de acero tradicionales.
Una solución a ese problema es combinar el hidrógeno con nitrógeno para producir amoníaco, una sustancia química común que facilita el transporte. Esto añade dos pasos industriales —la producción y la posterior descomposición del amoníaco— al ya costoso resultado final del hidrógeno. También lo hace mucho menos eficiente.
“Si la eficiencia energética disminuye… entonces el impacto ambiental aumenta porque se ofrece menos servicio para la misma cantidad de emisiones”, declaró a Mongabay David Finger, profesor asociado del Departamento de Ingeniería de la Universidad de Reikiavik.
Por otra parte, Chile ya recibió un préstamo de 150 millones de dólares del Banco Mundial y 216,5 millones de euros en una inversión conjunta del Banco Europeo de Inversiones y otras entidades europeas para desarrollar una infraestructura que lo posicione como líder en hidrógeno verde. El país es reconocido mundialmente por su sólido sector minero, que en 2024 exportó 52.300 millones de dólares en minerales, incluyendo cobre. Con el desarrollo del hidrógeno verde, Chile proyecta exportaciones por 30.000 millones de dólares para 2050, descarbonizando su economía de una vez por todas.
Pero para que este proyecto se haga realidad, se debe construir más que enormes campos llenos de paneles solares y turbinas eólicas. El proceso requiere también plantas de electrólisis, desalinizadoras y contenedores para el almacenamiento de hidrógeno y sus derivados.
Esto último preocupa a algunos expertos, por ejemplo, Carmen Espoz, decana de la Facultad de Ciencias de la Universidad Santo Tomás, dice que la mayor preocupación es la construcción de cinco megapuertos que podrían afectar las migraciones de ballenas que llegan al Estrecho de Magallanes para alimentarse.
“Este no es un problema específico de un grupo biológico, sino un problema macro que involucra a diferentes especies, así como a la población humana y la calidad de vida”, explicó.
*Ballena jorobada | Crédito: Unsplash
¿Qué pasa con la vida silvestre?
Un estudio publicado en la revista Trends in Ecology & Evolution informó que, a pesar de la falta de conocimiento sobre los efectos de las energías renovables en la vida silvestre, estas sí impactan la biodiversidad y los ecosistemas.
Por ejemplo, además de la eliminación de la vegetación y los cambios microclimáticos bajo los paneles solares, se necesitan grandes extensiones de tierra y grandes cantidades de agua para enfriar los motores y limpiar las superficies reflectantes de los paneles solares. Por otro lado, las turbinas eólicas causan muchas colisiones con aves y murciélagos, y la mortalidad aumenta proporcionalmente a la altura de la turbina. Además de las colisiones, el ruido de los parques eólicos puede reducir el éxito reproductivo de algunas especies y afectar a las especies migratorias.
Mongabay contactó tanto al Servicio de Evaluación Ambiental como al Ministerio de Energía de Chile para comprender cómo están abordando estas posibles amenazas a la biodiversidad y ninguno respondió a las solicitudes de comentarios al momento de la publicación de este artículo.
Incluso una carta publicada en Science por expertos en Chile, afirmó que un estimado de 1.740 a 5.220 aves podrían colisionar anualmente con turbinas eólicas que generarán hidrógeno verde. Además, los autores advirtieron que este número está subestimado.
“Esto obviamente nos preocupa porque no solo están en las rutas de migración, sino también en sitios críticos de reproducción para muchas especies“, dijo Heraldo Norambuena, investigador del Centro Bahía Lomas y autor principal de la carta.
Las aves migratorias como el chorlito magallánico (Pluvianellus socialis), el cauquén colorado (Chloephaga rubidiceps) en peligro de extinción localmente y el playero rojizo (Calidris canutus), un ave que migra 15.000 kilómetros (9.300 millas) de Canadá a Chile cada año, podrían estar en riesgo si comparten la misma área con infraestructura de hidrógeno verde. “Si las obras de construcción de estos proyectos no se planifican adecuadamente… bastan unos pocos aerogeneradores para devastar una población”, afirmó Norambuena.
*Chorlito magallánico | Crédito: Wikimedia Commons
Un estudio inédito presentado en junio en el Congreso Internacional de Biología de la Conservación en Brisbane, Australia, expuso una amenaza similar en la región norte de Antofagasta, en el desierto de Atacama.
“Estas condiciones extremas resultan en una baja diversidad de especies animales, pero las especies que viven allí están adaptadas de manera única a estos entornos extremos”, dijo a Mongabay Martín Escobar, investigador asociado de la Universidad de Chile.
El estudio buscó áreas donde especies como la gaviota gris (Leucophaeus modestus), un ave cuyo hábitat se extiende desde Ecuador hasta Chile, pero solo se reproduce en el desierto de Atacama, y el dragón de Torres-Mura (Liolaemus torresi), una pequeña lagartija endémica del desierto de Atacama, podrían protegerse. Escobar descubrió que las áreas más adecuadas para proteger estas especies ya están en conflicto con zonas donde se están construyendo o evaluando plantas de hidrógeno verde.
El agua y el hidrógeno verde
En términos de energía, tanto las regiones del norte como del sur comparten un desafío común: el agua necesaria para la producción. Y no cualquier agua. “No puede haber impurezas en el agua, es necesario destilarla”, afirmó Finger.
Chile planea obtener esa agua del océano, un proceso que requiere un alto consumo energético y desalinización, lo que reduce considerablemente la eficiencia de la producción.
“En zonas donde no se dispone de suficiente agua dulce, la producción de hidrógeno verde es completamente ilusoria. Simplemente, no será rentable porque la eficiencia energética es muy baja”, concluyó Finger.
Ecológicamente, esta estrategia también puede tener impactos irreversibles en los ecosistemas si los residuos no se gestionan adecuadamente. “Se generará salmuera y se liberará de nuevo al ecosistema marino, alterando por completo la salinidad del agua y acabando con la vida marina asociada a esa zona”, declaró Norambuena.
En consecuencia, Chile acabará pagando un precio ecológico por ello, según los expertos. “Estamos sacrificando una región para satisfacer las necesidades energéticas del mundo desarrollado”, concluyó Norambuena.
Europa, especialmente Alemania, es un importante receptor del hidrógeno verde de Chile. “Europa se encuentra en zonas geográficas donde producir hidrógeno exclusivamente a partir de fuentes renovables implicaría costos mucho mayores que el hidrógeno a partir de combustibles fósiles”, explicó a Mongabay Alejandro Núñez-Jiménez, investigador principal en innovación en políticas energéticas del Instituto Federal Suizo de Tecnología de Zúrich.
Un estudio publicado en el International Journal of Hydrogen Energy, dirigido por Núñez, muestra cómo países como Alemania y los Países Bajos son los mayores consumidores de hidrógeno para satisfacer los procesos de producción de materiales del sector industrial , a la vez que tienen un potencial de energía renovable reducido para satisfacer la demanda interna, en comparación con países como España, Islandia o Noruega.
Esto últiimo explica por qué países como Alemania son incapaces de asegurar su independencia energética a partir de fuentes renovables y, en su lugar, deben invertir millones de euros para desarrollar plantas de hidrógeno verde en Namibia y Chile, diversificando su suministro de hidrógeno verde del Sur Global en un intento por lograr pactos de neutralidad climática al menor coste posible.
“Creo que es muy injusto que Alemania anuncie que cumplió sus objetivos, y esto a costa de una región prístina, notable por su biodiversidad”, declaró Espoz.
Mientras Chile busca hacer realidad el sueño verde, apuesta ciegamente en un mercado volátil y no consolidado, con altos costos y eficiencias cuestionables, hipotecando la singularidad de su biodiversidad a cambio de las promesas de un extractivismo evolucionado que beneficiará las necesidades de los países desarrollados. Una vez más, los expertos predicen que esto tendrá consecuencias e impactos asimétricos en el territorio y su gente.