Lo que se logró y lo que quedó al debe en las negociaciones climáticas
“Las negociaciones están atrasadas 20 años respecto de lo que está pasando en el planeta. ‘Se requiere otro ritmo frente a la urgencia climática”, opina Flavia Liberona, directora ejecutiva de Fundación Terram. Fuente: El Mercurio, 17 de diciembre de 2019.
‘Logramos que 121, de los 197 países (de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático) se comprometieran ya, hoy, a la carbono neutralidad para el año 2050, como nos pide la ciencia, y como lo está haciendo Chile’, dijo la ministra del Medio Ambiente, Carolina Schmidt, ayer en La Moneda (ver página A10). La ocasión fue la cuenta que hizo sobre la Presidencia de Chile en la COP25, que ella encabeza, y que no ha estado exenta de críticas, sobre todo internacionales. Si bien los resultados de la cumbre de Madrid no son todos negativos, existe consenso entre los entendidos en que se pudo haber hecho mucho más.
Hay dos puntos que generan aprobación. El primero es el mecanismo para abordar las pérdidas y daños que sufren los países más vulnerables a causa del cambio climático. Y el segundo, el acuerdo para establecer un plan de equidad de género en esta lucha. Además, se consideran entre los aciertos puntos como la inclusión de la importancia de los océanos en los procesos del cambio climático, el compromiso de los sectores privados y no estatales con varias medidas; y la inclusión inédita de ministros de energía, transporte y finanzas de diversos países en el compromiso de soluciones para emitir menos CO2 y capturar más. Aún así, la sensación de muchos no es necesariamente positiva.
La gran meta
‘La percepción que ha generado esta COP es de frustración al ver la gran distancia entre las negociaciones y el nivel de emergencia que tiene el cambio climático’, dice Pilar Moraga, investigadora del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2 y subdirectora del Centro de Derecho Ambiental de la U. de Chile. ‘¿Cómo hacemos que la evidencia científica logre hacer que los estados logren un cambio transformacional?’, se pregunta. La gran crítica a la COP25 es la falta de acuerdo sobre el artículo 6, que regula la compra de bonos de carbono, algo que se había definido como la gran meta de la cita.
‘Con dolor reconocemos que los países no logramos consenso para este punto’, dijo ayer la ministra Schmidt. Si bien muchos expertos en el tema coinciden que este es un fracaso grave, porque no permite cerrar el libro de reglas para que comience a funcionar el Acuerdo de París, para otros el trabajo no fue necesariamente nulo. ‘Aunque no hubo acuerdo, se avanzó mucho desde la última COP, en Katowice, Polonia, e incluso sobre lo trabajado en Bonn, Alemania, a mitad de año. Hoy tenemos el esqueleto del acuerdo’, opina Eduardo Sanhueza, consultor internacional en cambio climático y desarrollo, e investigador de la U. Adolfo Ibáñez, que asistió a la cumbre.
También se esperaban cierres para otros temas complejos, como los fondos para adaptación o las acciones que los países más desarrollados habían comprometido para 2020. ‘Todo esto tenía un uso político para consensuar distintas cosas y se esperaba que se resolvieran en la conversación de pasillo en el último momento. Ese momento nunca llegó’, agrega. Flavia Liberona, directora ejecutiva de la Fundación Terram, destaca entre lo positivo la incorporación de los océanos y el uso de los suelos a la discusión. Esto vuelve más completas las negociaciones, pero también las complejiza. No obstante, las negociaciones están atrasadas 20 años respecto de lo que está pasando en el planeta. ‘Se requiere otro ritmo frente a la urgencia climática’, opina.
Y la COP25 fue lenta. Si bien hubo varias metas que no se alcanzaron, esta COP de ‘transición’ está dentro de lo esperable, asegura Pascal Girot, miembro del equipo negociador de Costa Rica y director de la Escuela de Geografía de la Universidad de Costa Rica. ‘La COP15, que se realizó en 2009 en Copenhague, Dinamarca, sigue siendo la más desastrosa’, opina. Por otro lado, la cumbre que recién terminó tenía como misión seguir trabajando en los acuerdos, pero no cerrarlos necesariamente, explica.
Aún así, continúa, la COP25 dejó en mayor evidencia la imposibilidad de que Latinoamérica negocie como un bloque, algo que es histórico, pero que ahora se profundizó. ‘Fue fatal que Chile le diera, al comienzo de la reunión, el pase a África para discutir sus ‘circunstancias especiales’. Ese era un punto que la región sí peleaba en bloque’, asegura. Las negociaciones finales, solo con las grandes economías emisoras de CO2, también resintieron al resto de Latinoamérica, advierte. Chile no hizo buenas alianzas con sus socios territoriales, coincide Flavia Liberona: ‘El país llegó a Madrid casi sin establecer alianzas y finalmente ni siquiera pudo convencer a Brasil, que es parte de la región’. ‘Ha sido la COP de la socialización’, aseguró la ministra de Transición Energética de España, Teresa Ribera, tras el fin de la cita.
‘Hemos tenido una demanda social como nunca. Se ha generalizado la capacidad de demandar, de estar presentes, de exigir y de crítica’, aseguró. Para Ribera, si bien le hubiera gustado completar el trabajo, fue mejor no llegar a un acuerdo sobre el artículo 6, ya que se debe asegurar la robustez del sistema y no generar debilidades que podrían ponerlo en duda.