Columna de opinión de Gary González, economista e investigador de Fundación Terram, sobre el impuesto verde y las distorsiones existentes en su aplicación. "Una vez que las empresas contaminantes han asumido el daño o deterioro que le producen a la sociedad, deben decidir si prefieren pagar el impuesto, por lo cual es importante que sea un tributo alto, en vez de reducir las emisiones o reducir sus emisiones y disminuir el impuesto a pagar. Entonces, si consideramos que, aparte de ser un impuesto bajo (US$ 5 por tonelada) a pagar, parte de él además es devuelto a la empresa generadora, se provoca un verdadero desincentivo para cambiar su conducta. Por lo tanto, este impuesto verde en nada estimula o promueve la protección del medio ambiente, la salud de las personas o el uso de tecnologías más limpias".